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El Papa recibe a Trump

JULIO FAESLER

La visita del Presidente Trump al Papa Francisco es prueba de la vitalidad de la Iglesia Católica como centro de concordia y respeto a todos sin excepción aceptado en el occidente y respetado en oriente.

El capitalismo de mercado que profesa Donald Trump representa una visión del mundo diametralmente distinto a lo que es el orden humanista que se encuentra en la doctrina social cristiana de la Iglesia Católica. Es difícil encontrar posiciones más contrarias.

Tan dramática se presenta la terca versión empresarialista de Trump que el aparato político norteamericano, inspirado en las libertades del mercado, aun no la digiere. Su repugnancia es tan aguda que algunos sectores conservadores, que rechazan tal exageración, ya prevén acciones para desaforar a su presidente.

Las trabas y la oposición que Trump se ha encontrado en los primeros meses de su mandato, quedaban, durante su periplo ahora por el Vaticano, por el momento fuera de escena.

El contraste entre los muy difundidos antecedentes del Presidente Trump y su visita al papa Francisco que se escenificó esta semana podría marcar un evento de trascendencia. Fue sorprendente la manera en que se presentó el personaje, acompañado de su tercera esposa, su hija, mismas que siguieron respetuosamente un estricto protocolo, y otros miembros de su familia,.

La conversación, a puerta cerrada de media hora que sostuvieron ambos debe haber tenido ante todo, un tono conciliador. Ambos personajes conocen las virtudes de la comunicación abierta y de negociaciones bien preparadas e inteligentemente manejadas.

La posición del Vaticano no pudo ser otra que la de insistir en la benevolencia hacia los refugiados y emigrantes que invaden Europa, en la necesidad de participar en aliviar el clamor climático, y animar al presidente norteamericano hacia la finalización de la confrontación árabe-judía.

A la salida de la conversación se supo de los temas que habían sido mencionados. Se entiende el énfasis que el Papa habrá puesto en los refugiados y emigrantes, el cambio climático, la paz en medio oriente, la represión racista en Estados Unidos.

El tono de la visita fue sobrio, sin que el Papa se hubiese explayado la sonrisa que ha obsequiado a otros jefes de Estado que lo han visitado. Algo hubo, empero, que se le quedó al Presidente. Lo que el Papa Francisco se haya dicho debió ser importante puesto que Trump, a guisa de despedida, dijo claramente que lo tendría muy en cuenta.

Tras de haber pronunciado la víspera un firme discurso con visos militaristas ante los reyes saudíes y de otros países árabes, la visita al Papa ahora revestía un carácter pacificador. El temperamento de Trump no permite alentar muchas esperanzas de paz.

La posición de Trump ha sido firme en la guerra que ha emprendido contra el ISIS o DAESH. Trump llama a una coalición contra ISIS contra la violencia. Invoca a Dios.

El llamado a las armas para exterminar al DAESH es asunto que deja por el momento al pueblo mexicano sin afectación. Nosotros tenemos nuestra ración de violencias irracionales. Las mafias mexicanas no responden a resortes ideológicos, religiosos o políticos. Pero en ambos casos se trata de la guerra entre la barbarie y la civilización.

Habiendo dicha diferencia entre la violencia irracional de DAESH y la igualmente irracional de las mafias, subyace la terrible y profunda realidad de que no hay leyes ni acción militar que puedan reprimir el comportamiento de los asesinos de un lado y otro.

No hay presupuestos suficientemente grandes para neutralizar la motivación político-religiosa de los jihadistas o la atracción monetaria de las mafias.

¿Sólo habrá que esperar a que se diluyan los torcidos mandatos de los terroristas y, por la otra que la avaricia de las mafias desaparezca?

En ambos casos, es urgente reforzar las autoridades meta estatales, conscientes de que la transformación llevará varios lustros. La única fuerza radical está en las convicciones operadas, no por los gobiernos siempre cuestionados, sino por las influyentes instituciones religiosas que llegan a lo más hondo del problema.

Nadie cree que los esfuerzos actuales de Trump por lograr un buen fin del conflicto árabe-judío o a la guerra civil en Siria. Pero si es creíble que las poblaciones mártires de la actualidad encuentren en los esfuerzos internacionales concertados socorro, alimentos, casa y trabajo.

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