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Los motivos de un voto

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

El voto no lo es todo en una democracia, pero sí es una de sus expresiones más importantes. A través de él se decide el inicio de un ciclo o proceso y quién estará al frente del mismo. Titulares del poder ejecutivo en los tres niveles de gobierno así como representantes en los órganos colegiados o legislativos, son electos a partir del sufragio. Quienes aspiran a convertirse en gobernantes o representantes populares son postulados bajo las siglas de partidos o ya sea por la vía independiente, en cualquiera de los casos con la intención de pedir el voto de un electorado conformado por todas aquellas personas de 18 años o más con registro vigente en un espacio físico determinado, dependiendo de la elección en curso.

En Coahuila, al igual que en el Estado de México y Nayarit, el próximo 4 de junio se elegirá al próximo gobernador, así como a los nuevos integrantes del Congreso local y de los ayuntamientos. Los ciudadanos tendrán la oportunidad de elegir entre varias opciones partidistas e independientes, aunque la primera elección que harán es la de si ejercen o no el voto, y, de hacerlo, si escogen a un candidato o, por el contrario, anulan voluntariamente la boleta. Detrás de esta decisión hay muchas motivaciones. No todos los votantes o no-votantes actúan movidos por los mismos factores y al final el resultado de una elección se configura por los distintos tipos de votos según su motivación y la proporción de los mismos.

A unos cuantos días de la jornada electoral, vale la pena hacer una tipología del voto en México, que, en este caso, no pretende ser exhaustiva ni exclusiva, sino más bien descriptiva a partir de la observación empírica, con el único afán de comprender un poco más la naturaleza de nuestra democracia electoral.

Voto militante. Es el voto más seguro de un partido. Se trata de aquel que ejerce un ciudadano que milita en un instituto político y que, como tal, le debe lealtad y, en la mayoría de los casos, obediencia. Para este tipo de votante, el candidato es lo menos importante, ya que asume que se debe elegir a la persona que sea abanderada por el partido. El sentido gremial y de pertenencia es mucho más fuerte y relevante que el ejercicio de razonamiento individual.

Voto clientelar. Muchas veces es confundido con el militante, pero no es igual. El voto clientelar puede ser ejercido por personas que no militan en un partido. Lo que define a este tipo de elector es su relación de conveniencia con un partido o gobierno. Contrario a lo que se cree, no sólo se trata de vecinos de colonias de escasos recursos que "venden" su voto por una despensa o alguna otra dádiva. También pueden ser profesionistas movidos por una promesa de cargo público o empresarios esperanzados en conseguir contratos de proveeduría u obra pública. El beneficio personal e inmediato se sobrepone en este caso al beneficio colectivo y duradero. Los programas sociales de corte asistencial así como las conexiones políticas son fundamentales en este tipo de voto.

Voto de miedo. Es el que ejerce alguien que teme perder algo: un trabajo, un beneficio particular, un recurso, una condición específica. A diferencia del voto clientelar, aquí se trata de personas que ya cuentan con un bien o ventaja tangibles, y no de gente que cree que puede obtener algo en el futuro. En el fondo, votan para que todo siga igual con ellos, porque cualquier cambio puede significar pérdida. Pero también el miedo puede ser inducido desde el exterior, si en las campañas se presenta a alguno o algunos de los candidatos como personas que pueden ocasionar un gran mal. En este caso, el elector actúa de forma visceral.

Voto de castigo. Es el voto de la decepción o del hartazgo. El elector probablemente ha experimentado una desazón o enojo con un gobierno o partido y, en consecuencia, usa su sufragio como mecanismo de sanción. Más que premiar a uno, castiga a otro. Para este ciudadano, los candidatos rivales del candidato "indeseable" es un medio y no un fin; es el medio para sancionarlo. Este tipo de voto también tiende a ser visceral, aunque no es ajeno a cierto grado de reflexión.

Voto útil. Similar en algunos aspectos al anterior, su diferencia más notoria es que se trata de un voto calculado. Se parte de la premisa de que cierto candidato o partido "no debe" ganar. Frente a esto, el ciudadano busca al candidato o partido que tiene mayores posibilidades de vencer al que no se quiere que triunfe. Para ello, busca información que le ayude a tomar la mejor decisión, es decir, identificar a ese candidato que puede evitar que el otro gane. Por lo regular, el voto útil surge cuando se pretende romper la hegemonía de un partido que lleva mucho tiempo gobernando y cuando se coloca la idea de "cambio" o "alternancia" por encima de otras valoraciones.

Voto razonado. Es el voto que encarna el "ideal democrático liberal". Lo ejerce aquel ciudadano que, sin presiones, obligaciones gremiales o temores, reflexiona con información suficiente sobre quién, a su parecer, es el candidato que posee las mejores cualidades para gobernar. En esta valoración importa mucho más la persona, su trayectoria, sus principios, su forma de actuar frente a situaciones específicas, que el partido. Quien ejerce este tipo de voto comúnmente está convencido de que el candidato de su elección cuenta con los soportes suficientes para ser un buen gobernante o representante, aunque no esté claro si tiene o no reales posibilidades de ganar. Es el "voto ético" o "de principio".

Voto anulado. Un voto puede ser nulo por error o por voluntad del elector. Evidentemente este apartado se refiere al voto anulado conscientemente, el cual se deposita así en la urna porque el ciudadano no ve en ningún candidato cualidades que valgan su elección. Puede ser tomado como un voto de protesta contra el sistema electoral en su conjunto o contra los partidos postulantes y candidatos postulados. Es también un voto de reflexión, aunque se pudiera decir que de desencanto.

No-voto. Representa la abstención, es decir, el voto no ejercido. Detrás de él puede haber varias motivaciones que bien merecen otra tipología. Aquí caben los ciudadanos a los que no les importa la política en absoluto; a los que les importa, pero no lo suficiente como para tomarse la molestia de ir a una casilla; los que no creen en la democracia; los que piensan que en México no existe democracia, o los que consideran que da igual quién gane. Es decir, las motivaciones de este voto pueden ir desde la apatía hasta la rebeldía.

¿Cuál de estos votos ejercerá el lector de estas líneas? ¿Cuál o cuáles otros tipos de votos existen? ¿Cuál o cuáles de estos votos definirán la elección del 4 de junio? ¿A partir de cuál o cuáles se puede construir una mejor democracia?

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