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El TLC: temores e irracionalidad

FRANCISCO JAIME

El presidente estadounidense Donald Trump, aseguró el pasado 27 de abril que cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) sería un shock bastante grande para el sistema, por lo que Estados Unidos le dará una buena oportunidad a la renegociación del acuerdo comercial.

En relación con la apertura comercial, Paul A. Samuelson, Premio Nobel de Economía, afirmaba que de hecho, sólo existe, esencialmente un argumento a favor del comercio libre o más libre, pero es un argumento poderoso, a saber: el libre comercio crea una división regional del trabajo mutuamente provechosa, aumenta extraordinariamente la producción nacional real y potencial de todos los países y permite elevar el nivel de vida en todo el mundo. El establecimiento de medidas proteccionistas a través de aranceles (impuestos) desalienta las importaciones y eleva los precios para el consumidor nacional. Al eliminar la fructífera división del trabajo, protege al productor nacional relativamente ineficiente, como ha sucedido en México. No es sorprendente pues, decía Samuelson, que los economistas-que se supone, no coincidimos en casi nada-hayamos estado abrumadoramente a favor de los acuerdos comerciales recíprocos encaminados a reducir las barreras arancelarias.

El tema del proteccionismo es especialmente importante en Estados Unidos a causa de las tendencias que se han observado en los últimos tiempos, ya que de 1960 hasta los años ochenta, tanto las exportaciones como las importaciones aumentaron su participación en el producto nacional, pero a partir de 1980, las exportaciones han oscilando bruscamente. P.R. Krugman y M. Obstfeld (Economía Internacional 2001: PP.5-6) explican la posición de los estadounidenses en materia comercial en los siguientes términos: "Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha apostado por el libre comercio en la economía mundial, considerando el comercio internacional como una fuerza no sólo de prosperidad sino también para la paz mundial. Con la creciente importancia del comercio internacional en la economía estadounidense (y con la creciente preocupación de que la competencia extranjera pudiese estar reduciendo los salarios de al menos algunos trabajadores estadounidenses) esta tradicional posición de libre comercio se ha visto sometida a una creciente presión. El resultado ha sido un panorama confuso de políticas. Por un lado, Estados Unidos ha negociado importantes acuerdos de libre comercio, como el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) con Canadá y México (aprobado en 1993) y el denominado acuerdo de la Ronda Uruguay (un acuerdo que implica a la mayoría de las economías del mundo, aprobado en 1994)". Por otra parte, según los autores antes citados, "Estados Unidos se ha comportado de forma cada vez más más agresiva en las disputas comerciales con países como Japón, Corea del Sur y China; y se han hecho cada vez más habituales formulaciones de políticas abiertamente proteccionistas por parte de políticos de los dos principales partidos estadounidenses". Krugman y Obstfeld concluyen que el poder relativo de los diferentes grupos de presión dentro de los países, más que algunas medidas de interés nacional global, es a menudo, el factor que determina las políticas gubernamentales en el comercio internacional.

En una charla con Gerardo Esquivel y publicada en 2001, Jaime Serra, exsecretario de Comercio, afirmaba que el extremo de las reacciones proteccionistas fue Ross Perot: "Este señor hacía unas cuentas que estaban totalmente fuera de lugar y que no coincidían de ninguna manera con la realidad económica de los dos países. Entre 1994 y 2000, México pasó de representar 6 % del total de las importaciones estadounidenses a 10 %. Esto es lo que ha ocurrido después de seis años de tener un tratado de libre comercio. Si se considera que las importaciones representan 10 % del producto interno bruto de Estados Unidos, esto indica que después de más de seis años del TLC, las exportaciones mexicanas representan apenas un 1 % de producto interno bruto de los Estados Unidos. De tal manera que esto no coincide con la afirmación de Perot. Así pues, se puede decir que estas reacciones reflejaban ciertos temores dentro de México y actitudes proteccionistas irracionales en Estados Unidos".

Por lo expuesto anteriormente, podemos concluir que la apertura comercial genera eficiencia, más exportaciones, atrae más inversión extranjera directa para complementar el ahorro nacional y por lo tanto mayor competitividad y crecimiento económico. A pesar de esto hechos, y en relación con el TLC, en México continuaremos enfrentando actitudes proteccionistas irracionales como las de Ros Perot, o las de Donald Trump.

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