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La energía en México: un tema de prioridad nacional

FRANCISCO JAIME

Los titulares de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE) alertaron en días pasados al gobierno mexicano sobre la creciente dependencia del gas natural proveniente de Estados Unidos, ante la caída de la producción y las reservas, lo que se convierte en un tema de prioridad nacional. Por otra parte, Aldo Flores, subsecretario de energía de la Sener, afirmó en relación a las posibilidades de desarrollar la industria de recursos no convencionales, tales como el shale gas y el shale oil, que con la modificación del Plan Quinquenal de Licitaciones para la Exploración y Extracción de Hidrocarburos, se anuncia por primera vez la intención del gobierno federal de trabajar un concurso con bloques que tengan estos recursos disponibles.

Las consideraciones que a continuación se examinan, tienen como fuente un trabajo sobre el Gas Shale en México, realizado por el autor de esta columna en 2015. De entrada, sabemos que el gas de lutita conocido como shale gas, es gas natural producido en formaciones de lutitas con alto contenido de materia orgánica. Las lutitas tienen poca permeabilidad, por lo que la producción de gas en cantidades comerciales requiere técnicas de estimulación hidráulica para aumentar la permeabilidad y obtener una producción de gas económicamente rentable. El desarrollo de las tecnologías de estimulación ha permitido que desde septiembre de 2012, la producción de shale gas en Estados Unidos contribuya en un 35 % a la producción total de gas de ese país.

En el informe 2013 de la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés), se estima que en México los recursos técnicamente recuperables son de aproximadamente 545 trillones de pies cúbicos de shale gas y de 13.1 billones de barriles de petróleo condensados (términos anglosajones). Estos recursos son potencialmente más grandes que las reservas convencionales probadas y colocan al país en el lugar 6 a nivel mundial en sale gas y en el 8 en shale oil. Se identifican cuatro cuencas potencialmente productoras: Burgos, Sabinas-Burro-Picachos, Tampico, Tuxpan y Veracruz. Se acentúa el excelente potencial de México para desarrollar estos recursos almacenados en depósitos terrestres y marítimos. Sin embargo, el potencial desarrollo de esta industria, puede verse restringido por diversos factores, tales como la escasez de recursos financieros, los inexistentes servicios relacionados para su operación, y la creciente preocupación pública por falta de seguridad en las áreas de explotación.

En 2012, la Sener afirmaba que de no tomar acciones para explotar el shale en México, impediría detonar los beneficios económicos regionales generados por esta industria y se privaría al país de una palanca de desarrollo importante. El shale puede contribuir al crecimiento económico de nuestro país a través de mayor inversión privada, y a elevar el nivel de vida en las regiones productoras. Puede también ayudar a satisfacer las necesidades del país en materia de gas en el largo plazo, abre oportunidades a grandes inversiones, pero también a empresas medianas y pequeñas. El rápido crecimiento del shale gas podrá impactar fuertemente la mezcla energética mexicana con bajos precios de gas alentando su uso y ocasionando un incremento en la demanda. Además, México puede convertirse en un país con una balanza comercial superavitaria en materia de gas natural.

Uno de los mayores desafíos es el adecuado acceso al agua para la fractura hidráulica, esto es, superar los riesgos ambientales, notablemente el uso y el reciclaje del agua, especialmente en Coahuila por ser uno de los estados más secos del país y que a su vez, es el lugar donde se localizan los mayores yacimientos. La falta de infraestructura en ductos para transportar el gas al mercado puede complicar las operaciones y elevar los costos. Existen dudas sobre la rentabilidad de los proyectos, pero algunas evidencias demuestran que son rentables y las mejoras tecnológicas podrían elevar la productividad, lo que aunado a un posible repunte del precio del gas puede reducir los riesgos de la inversión. Muchos otros riesgos son inherentes a un proyecto de este tipo y dimensión, pero como bien apuntan Z. Wang y A. Krupnuck, expertos en energía: "la pregunta clave para el desarrollo de esta industria es cómo generar una política pública y un entorno de mercado en el cual los empresarios privados tengan el incentivo de realizar inversiones y eventualmente encuentren rentable producir shale gas". El desarrollar con eficiencia económica y responsabilidad social el shale gas, puede contribuir a elevar nuestro nivel de bienestar. No olvidemos que la energía es la base de nuestra sociedad, de ella dependemos para hacernos la vida más confortable y productiva.

(Economista)

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