EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La democracia que no podemos ser

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Nuestra democracia está llena de vicios. No podría ser de otra manera. Una democracia virtuosa sólo puede ser construida por ciudadanos virtuosos. Nosotros estamos lejos de serlo. No es nuestra culpa, somos el producto de un proceso histórico de deterioro cultural que ni siquiera se limita al caso mexicano; aunque aquí, algunos aspectos de la vida en comunidad resulten peores que en otros lugares. Sin embargo, que no sea nuestra culpa no significa que no tengamos la responsabilidad sobre lo que nos ocurre.

Esa responsabilidad no es la misma para todos. Aquellos que hemos tenido más oportunidades, deberíamos retribuir de manera más amplia a nuestra sociedad. Sin embargo, tiende a ocurrir exactamente lo contrario. Se piensa que, si nos ha ido mejor en la vida, es porque así nos lo hemos merecido; no le debemos nada a nadie y, por tanto, estamos en nuestro absoluto derecho de pasarle por encima a los demás.

La pobreza y la ignorancia, siguen apareciendo ante nuestros ojos como algo que se decide: "sólo es pobre el que así lo desea"; y aunque ciertamente hay casos de personas que construyen su propio fracaso, en su mayoría, quienes están en condiciones de vulnerabilidad no pueden liberarse de esa condición, simplemente, porque están alejados de toda posibilidad para hacerlo.

Ayudarlos a escapar de esa trampa debería ser nuestra tarea; pero sentimos que no se lo merecen. Surge entonces la dádiva que nos hace sentir mejores que los demás, porque les damos pese a que no lo ameritan; al hacerlo así, de esa manera, perpetuamos el círculo vicioso. Tenemos entonces que cambiar la lógica y combatir, con nuestros recursos, las estructura que tienen a las personas en condiciones de marginación.

No se trata de otorgarles una vida "igual" a la nuestra. El asunto es que tengan oportunidades reales para decidir sobre su futuro, y que éstas aporten al beneficio colectivo. Ello significa, entre otras cosas, que es muy probable que les atraigan otras fuerzas políticas distintas a las que nosotros preferimos y que, tal vez, incluso, terminen luchando por disminuir algunos de nuestros privilegios.

No está mal, nadie realmente lo merece todo; como tampoco nadie merece tener nada. Pero, como estamos convencidos de lo contrario, no podemos de verdad ser una auténtica democracia.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Con sinsentido

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1329478

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx