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Entre relojes y camionetas

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Apenas empezando las campañas, surgen notas de color que dan muestra de una característica burda de nuestra clase política.

Un diario capitalino apenas en el inicio de la presente semana destinó un espacio importante de su edición para dar a conocer que el candidato del PRI y sus coaligados, el alcalde con licencia de Torreón, Miguel Ángel Riquelme Solís, gusta de portar en su muñeca relojes de alto costo, que más que máquinas de medir el tiempo son joyas.

La investigación da cuenta que en actos públicos del ahora candidato, Riquelme Solís ha usado un reloj marca Hublot de la serie Big Bang, estilo All Black Green, que de precio de lista puede alcanzar hasta 350 mil pesos. También ha mostrado un Montblanc Timewalker Extreme Chronograph, de un precio comercial aproximado de 120 mil pesos. En otro acto portó un cronómetro Tag Heuer Carrera Calibre 01 Chronograph de un precio de alrededor de 70 mil pesos. Completan la lista de los relojes del candidato un Rolex Oyster Perpetual de acero inoxidable, carátula oscura y números romanos de 7 mil 900 dólares (una feria, cómo no); un Cartier Calibre de 42 milímetros en acero y piel con un costo comercial de 163 mil pesos; un Cartier Drive en acero y piel de 128 mil; un Tank MC también de la marca Cartier de 159 mil pesos y un Santos 100 de Cartier de 157 mil pesos.

Los modelos, lugares y costos aproximados fueron consignados en la publicación y señala que aunque podría tener algunas diferencias en cuanto a costos, ya que la estimación hecha del costo de la colección de los relojes mostrados ronda el millón doscientos mil pesos, lo indiscutible es que al candidato del PRI le atraen esas joyas. Muy su gusto y su dinero.

Claro que luego de la publicación, la cual el político señalado desestimó, aparentemente ha dejado de usar esos finos accesorios, y hasta descalificó el señalamiento diciendo que lo que usa "son relojes de calculadora". En fin.

Evidentemente más allá de los costos y lo caro que son esos relojes, el problema de que los políticos los usen es el signo que muestran a la ciudadanía. ¿Cómo se puede explicar que un político con una carrera exitosa y meteórica -en términos de ascenso en el escalafón de las posiciones que tiene el Estado Mexicano- haya con los ingresos que por ley le han correspondido, tener capacidad económica para poder fondear lujos como el de los relojes? Quizá el candidato Riquelme ha logrado ingresos adicionales que le permiten tener esas cosas, pero es de muy mal gusto que a un pueblo jodido como el que somos, nuestros gobernantes aunque los tengan de manera legítima, suelan restregarnos en la cara su posición económica.

Este signo al que nos referimos no es ni remotamente privativo del PRI. En el fragor de los tiempos electorales que se viven en Coahuila, el más férreo y valiente opositor del Moreirato, el senador panista Luis Fernando Salazar, haciendo uso válido de las redes sociales, a través de un video condena severamente que Miguel Riquelme tenga esos relojes caros, mientras lo reta a que de una vez cumpla con la promesa que hace el candidato del PRI a eliminar el fuero.

Tiene razón Luis Fernando. Por supuesto que indigna el asunto de los relojes, aunque no se puede aseverar que tengan una procedencia o costeo ilícito, pero también indigna que el señor senador repruebe el uso de los caros accesorios transmitiendo a bordo de una camioneta Touareg, Volkswaguen, que supera su precio de lista el millón de pesos, según la página de Internet de la armadora en México.

Qué coincidencia, los relojes de Riquelme juntos y la camioneta del senador valen casi lo mismo, qué cosa.

Claro que los ingresos legales de un senador son superiores a los de un alcalde, pero habría que hacerle la cuenta de las casas tanto del candidato (que vive en el fraccionamiento Las Trojes) y las del legislador panista, quien reside nada menos que en Las Villas, para ver cuál de los dos tiene más bienes a la vista de todos.

Qué bueno que salió lo de los relojes, es una burla que un político reparta despensas de supervivencia con un reloj de ésos en la muñeca, pero criticarlo desde autos de superlujo no es tampoco lo más adecuado. Al final los burlados somos los ciudadanos.

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