Las campañas electorales para la renovación de la gubernatura de Coahuila arrancaron el fin de semana bajo las sombras del desaseo, el engaño y los golpes bajos y de efecto. Aunque en una democracia incipiente como la nuestra resulta ingenuo pensar que estos elementos negativos estarán completamente ausentes de los procesos electorales, lo sano sería que la ética política, el debate de altura y la propuesta con sustento prevalecieran sobre aquellos.
Como ya se había consignado en este espacio y de acuerdo al seguimiento que ha hecho el investigador Miguel Crespo, en las redes virtuales existen cuentas que tienen como objetivo la difusión de información falsa de carácter político, usando ligas de medios de comunicación formalmente establecidos hacia notas que nada tienen que ver con lo que se reporta. La intención de quienes manejan dichas cuentas, que ofrecen su servicio a partidos y candidatos, es confundir y malinformar a los electores ya sea atacando con infundios a sus rivales o esparciendo mentiras para resaltar la preferencia o la figura de un aspirante.
A la par de este manejo torcido de la comunicación social está la retórica extremista y muchas veces hipócrita usada por los partidos y sus candidatos. Los mensajes vertidos por los contendientes en sus arranques de campaña marcan las primeras notas de lo que seguramente será la melodía predominante durante los dos meses de proselitismo. El problema con esta retórica no es tanto el ataque previsible hacia el contrincante, sino la visión premeditadamente simple que se ofrece de la realidad.
Para el opositor, el gobierno en turno representa lo peor y suya es la responsabilidad exclusiva de todos los males del estado. Nada que reprocharle a él, quien se vende con un vestido impoluto y como artífice de un futuro luminoso que sólo será realidad si le votan y se alcanza la alternancia, como si eso fuera suficiente. Para el oficialista, el opositor es el principal obstáculo que le ha impedido al gobierno emanado de su partido lograr mejores metas. Es el "demonio" que aliado con las "fuerzas oscuras" quiere destruir todo lo que se ha construido, aunque no quede claro bien qué. Es la retórica del blanco y negro.
El desaseo ha quedado de manifiesto con un hecho que, una vez más, apunta a la utilización de apoyos sociales con fines electoreros, en medio de un esquema de denuncia también electorero. El contexto es de todos conocido. El año pasado fue extraordinariamente lluvioso en La Laguna y las tormentas frecuentes causaron severos daños en miles de hogares además de infraestructura urbana. Para auxiliar a los afectados, el ayuntamiento de Torreón solicitó la declaratoria de emergencia para acceder a los apoyos en especie que brinda el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden). Hasta aquí nada extraño.
El problema comienza cuando se detecta que una buena parte de la ayuda recibida entre octubre y noviembre no fue entregada, sino guardada sin explicación lógica alguna. La investigación que la periodista Fabiola Pérez-Canedo ha realizado para El Siglo de Torreón permite apuntar varias anomalías a simple vista. Que el gobierno priista de Coahuila reportó haber entregado apoyos (despensas, cobijas, colchonetas, paquetes de limpieza y de aseo personal) para poco más de 30,000 beneficiarios en Torreón y que el ayuntamiento de esta ciudad, también priista, sólo reportó la entrega de menos de la mitad. Que el resguardo de dichos apoyos se hizo en una bodega no registrada en el padrón municipal. Que las cajas que contenían las despensas fueron abiertas para depositar el contenido en bolsas más pequeñas.
Aunque las anomalías habían sido detectadas por integrantes del PAN desde diciembre de 2016, no fue sino hasta hace unas semanas que la dirigencia del partido presentó la denuncia ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales (Fepade). Este hecho hace sospechar que los dirigentes albiazules optaron por reservar el caso para aprovecharlo en las campañas en vez de hacer la denuncia oportuna para que la irregularidad se corrigiera de inmediato y que las personas que necesitaban la ayuda pudieran recibirla a tiempo. Pero la falta principal en todo caso estaría en el gobierno local que presuntamente incumplió con su deber -auxiliar a esa gente- y violó las normas de uso de los apoyos del Fonden.
La semana pasada, la Fepade cateó y aseguró la bodega usada por el ayuntamiento en la cual aún se encontraban miles de artículos, además de cientos de despensas que habían sido "inmovilizadas" por la propia autoridad municipal. Las declaraciones de la Fepade y su titular, Santiago Nieto, no tienen desperdicio. Es la primera vez que se realiza un aseguramiento de materiales del Fonden que en vez de ser usados para apoyar a los afectados, se tenían guardados para presumiblemente utilizarlos en beneficio de un partido, el PRI, y un candidato, Miguel Riquelme, según la denuncia del PAN y la investigación de la Fiscalía. Y ésta asegura que no cuenta con registros de a dónde fueron a parar los apoyos. Para el PRI Coahuila, el actuar de la Fepade, que paradójicamente depende de la Procuraduría General de la República del gobierno federal priista, es "exagerado activismo". Como puede verse, el asunto no es menor y pinta para convertirse en una de las principales sombras de la elección.
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