— José Mujica
Como si los asuntos que reclaman su atención fuesen inexistentes o postergables, el presidente Enrique Peña Nieto y varios miembros del su equipo se encuentran avocados a las campañas no sólo en lo que a los procesos del 2017 respecta, sino también rumbo a 2018.
Ojalá y hubiesen mostrado la misma enjundia para cumplir con todo lo que prometieron en 2012. Lástima que no fue así pero no le hace, querido lector. Total, otra vez pretenden que votemos por ellos y vienen a hablarnos al oído.
Ante la debilidad institucional y el desplome en los índices de aprobación gubernamental, los tiempos del reloj político se han adelantado como pocas veces en la historia reciente. Tal como lo consignan diversos medios de comunicación y perciben los ciudadanos, la operación rumbo al proceso de junio es clara y manifiesta. Van con todo.
El actual gobierno no fue efectivo para dar resultados, pero vaya que los priistas son los reyes a la hora de hacer campaña. La instrucción para los integrantes del gabinete y el equipo compacto de Peña Nieto es muy clara: hacerse presentes, visitar el Estado de México el mayor número de veces posible, entregar apoyos y cacarearlo en la prensa.
Toda la maquinaria y largos tentáculos tricolores dedicados a tres fines, probablemente sin importar los medios: ganar Nayarit, Coahuila pero sobre todo Estado de México porque primero muertos que perder el terruño querido. Es tal la desesperación y las ganas de no extraviar el poder que hasta Angélica Rivera, un personaje que casi escondían en Los Pinos tras el escándalo de La Casa Blanca, ahora se aparece en distintos eventos y ha elevado ostensiblemente su perfil público.
Lo mismo ocurre con los colaboradores del presidente. A Edomex lo han visitado ocho secretarios en lo que va del 2017, entre ellos Enrique de la Madrid, de Turismo, so pretexto de promocionar sus pueblos mágicos; Rafael Pacchiano, titular de Semarnat, con la consigna de entregar apoyos; Francisco Guzmán, jefe de la oficina de la Presidencia; Miguel Ángel Osorio Chong para hablar de los “logros” del gobierno mexiquense; Rosario Robles y ayer José Antonio Meade de Hacienda para repartir pensiones. Pepe Meade no es priista pero donde manda capitán no gobierna marinero, así es que tuvo que ir.
Y para abonar a la picaresca, Eruviel Ávila, quien al igual que al Grupo Timbiriche no se le ven deseos de terminar con su gira del adiós, ya dijo que no le importa que lo critiquen, que él seguirá “entregando apoyos”.
En medio de toda esta marulla, el presidente se placeó entre los miembros de las Fuerzas Armadas y sus familias. Con un acto multitudinario disipo el malestar que existe en los altos mandos del Ejército, quizá meditó Don Enrique.
Se pensó en todo: transmisión simultánea para los que no pudieron estar y claro, aunque metamos en un brete al Estado Mayor Presidencial, descender de las alturas del universo feliz donde habita para estrechar las manos de las tropas, y de paso hablar de López Obrador sin mencionarlo en lo que pudo haber sido un merecido reconocimiento al Ejército, pero que terminó pareciendo otro acto de campaña.
“El gobierno está echando toda la carne al asador, como en los peores tiempos del priismo. No cabe duda que ellos sí creen que ahí se decide el 2018”, escribió el periodista Carlos Puig.
En esencia estamos asistiendo a lo mismo de siempre pero magnificado. El PRI no cambia, pero sí se sofistica, y el presidente y cercanos están otra vez en campaña.
Que cada quien elija de entre el peor de los males. Pobre país…
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Persicope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
