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Reflexiones de Atardecer / PARÍS

Manuel Muñoz Olivares

APUNTES DE VIAJE

París, esta gris y poco lluviosa ya estamos en verano y mientras que México nos despidió con sol, antes de llegar al aeropuerto Charles de Gaulle, se veía el cielo nubloso y encapotado. El sol principió a brillar a nuestro arribo (9.38 a.m.) pero ya entrado el medio día, el mal tiempo apareció (perdón, en París todo el tiempo es agradable y bello) con un pertinaz chipi chipi. El frío es clemente, algo parecido al de Torreón, en principios de diciembre (8°) oportunidad que aprovechamos para disfrutar sin otros pendientes, las bellezas y valiosas obras del Museo de Louvre.

Nuestra morada está en el Grand Hotel D?Oratorie, a unos pasos del Louvre.

Nuestro primer día lo pasamos durmiendo. Cuando llegamos a París, en México eran las 2:35 a.m., pero como el vuelos e prolongó ocho y medio horas, llegamos a nuestro hotel a las diez de la mañana.

Al atardecer (5 p.m.) fuimos a visitar La Madeleine y Notre Dame, pues esta enorme iglesia nos trae gratos recuerdos difíciles de olvidar. Al cruzar sus enormes puertas nos sentimos reconfortados y agradecemos al creador, la distinción que hemos tenido de la vida al tener la dicha de casi anualmente desde 1967, pisar estas tierras del viejo mundo.

Cerca de Notre Dame, a unos 200 metros de distancia, están los callejones del viejo barro latino. Allí se encuentran casi 100 restaurantes, loncherías y vendedores de antojitos.

Es agradable comer aquí. Desde que conocimos el restaurante griego Les Argonautes, en la rue de la Huchete, lo hemos preferido. La sopa de cebolla o ajos y los alambres de carnero, son nuestros platos favoritos. Así que en la primera noche de nuestra llegada no podíamos desaprovechar la oportunidad y estando tan cerca del lugar, fuimos a cenar (aquí la llaman comida).

Irene, una de sus más admirables cualidades es la comunicación. Fue en el año de 1975 cuando conocimos este lugar y entonces hicimos amistad con dos jóvenes que servían en el lugar. Efithemia y María, a la primera la llaman cariñosamente, Efi y ella aunque atropelladamente, habla un poco el español. Ellas son griegas, pero hace casi 20 años que viven en París.

Ahora hemos encontrado la novedad que Efi, maneja su propio radio-taxi. Tan pronto como saludamos a María, se comunicó con Efi y en pocos minutos llegó por nosotros.

Hace tres años, por ellas conocimos Atenas y estuvimos a saludar a sus familiares y entonces nos sucedió una cosa chusca. María y Efi, nos dieron unas cartas para sus familiares que a la vez servía de presentación. Cuando leyeron los mensajes se alegraron recibir amistades de sus hijas y nos acosaron a preguntas que jamás pudimos descifrar. Su idioma y el francés de un vecino amigo de la familia, nunca lo entendemos ni nadie de ellos, nuestro español, inglés, italiano y nuestras pocas palabras en alemán y francés que regularmente resuelvo en cuestión del arte.

Esperamos casi cuatro horas tiempo que tardó en llegar otro amigo que es español y que trabaja en un restaurante. Cuando nos despedimos, agradecieron la visita con un ?gracias amigos mechicanos?.

Ya les prometimos a nuestras amigas volver a visitar a los Bellou Battaglini, en Atenas y familiares de Efi y María y ya les llevamos unos ?encargos?.

París es para nosotros, siempre acogedor y sólo hasta el tercer día es cuando nos posesionamos de su ambiente ya que al principio nos parece increíble estar de nuevo aquí. Alguien dijo que ?París bien vale una misa? pero nosotros diremos que... PARÍS, BIEN VALE UNA PROCESIÓN.

PARÍS, VERANO 2004.

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