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Las competencias en el bachillerato en México

Rolando Cruz García
"Muchos estudiantes toman el estudio como un líquido que hay que tragar y no como un sólido que hay que masticar"

— S. Harris

En la mayoría de las preparatorias de todo el país y a partir de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), se conforma el Sistema Nacional de Bachillerato (SNB), que busca asegurar que los bachilleratos en México ofrezcan un servicio educativo de calidad, a partir de procesos estandarizados y certificados, el problema es que no existe claridad en la parte metodológica al momento de implementar la citada reforma.

Aunado a lo anterior, la labor se complica al tratar de incorporar irreflexivamente el enfoque por competencias en el perfil de formación de los bachilleres. Esta noción se utiliza como la conclusión a que debe llegar todo aprendizaje de los estudiantes, el problema es que para la mayoría de los profesores, no queda claro los aspectos metodológicos de dicho enfoque, es decir el cómo entrarle a las famosas competencias.

Y es que surgen preguntas difíciles de responder, como por ejemplo ¿cómo convencer a los alumnos que amar a la patria, ser solidarios con el prójimo o conmoverse con la poesía, son atributos por demás valiosos, pero no son considerados como una competencia?

En su disertación sobre "Las repercusiones sociales de una política educativa importada", el maestro Guadalupe Poujol Galván, nos obsequia una valiosa reflexión acerca del origen de la Reforma Educativa, que se inicia con la Alianza por la Calidad Educativa (ACE), en dicho texto el maestro Poujol nos sugiere que entremos a la página del Banco Mundial (BM) en Internet y encontraremos que la mencionada política recibe todo el respaldo de dicho banco, es decir que para el BM la educación pública debe ser rentable y varias de las áreas mencionadas en la ACE se abren a la participación del capital privado, por ejemplo la capacitación docente, la certificación de habilidades y por supuesto la evaluación (que dicho sea de paso la elabora en México un organismo privado, el Ceneval).

Este acuerdo sería pertinente, si la visión de la educación fuera sólo como valor de cambio (propia del Banco Mundial), es decir el evaluar los resultados del aprendizaje en torno a las competencias; de esta manera podemos asegurar que se compra y se vende todo lo que se sabe hacer, pero otros rasgos como el saber ser y el saber convivir, no cuentan.

En esta perspectiva reduccionista no se consideran los procesos afectivos y socioculturales que sirven como base del aprendizaje, los procesos fundamentales de la educación tienen que ver con la capacidad de amar y desear, amar a la naturaleza, al saber, desear ser alguien que sabe, desear ser parte de una comunidad y muchos etcéteras; por ello la educación no puede limitarse sólo a evaluar las competencias.

Las pruebas estandarizadas difícilmente podrán dar cuenta de los más importantes procesos formativos: la reflexión sobre sí mismo, sobre el mundo, la autorregulación, la genuina comunicación, el reconocimiento y la solidaridad, la capacidad de negociar y gestionar con otros la mejora continua del ambiente grupal. Si estos aspectos no se evalúan ni cuentan para los estímulos económicos, ¿quién se va a preocupar de promoverlos?

Evaluar con una misma prueba a todos los escolares niega la desigualdad social y la diversidad cultural. No tomar en cuenta las condiciones de vida y la distancia cultural entre los niños y las escuelas, propicia más discriminación y exclusión social. ¿Qué escuela va a querer aceptar a niños lentos, desatentos, con dificultad para aprender, pobres, hablantes de una lengua indígena, en extraedad, que les harán bajar los puntajes?

El lugar social que se asignó al docente en esta alianza fue la de la descalificación; ya que se le impone un programa, unos medios, unos fines, además se le vigila estrechamente, se le premia si logra alcanzar los criterios de calidad definidos en otro lado y por otros y no se le reconoce su capacidad creativa para hacer frente a la diversidad de los alumnos.

Los estudios sobre sistemas educativos, destacan como vía para mejorar la calidad de las escuelas, el trabajo colegiado de los docentes, estos enfoques rompen con la posibilidad de la colegialidad, ya que pone a competir a los docentes entre sí por los estímulos económicos, se estimulan y a privilegian los resultados, por lo que no habrá tiempo para promover procesos educativos colectivos, que son los que al final promueven una mayor calidad.

La citada reforma no ha tomado en cuenta nuestra historia, ni nuestro contexto, pareciera que va en contra de la cultura pedagógica, por lo que es regresiva en muchos aspectos.

Los educadores mexicanos, estudiosos, expertos e interesados en la educación son capaces de construir políticas y estrategias para superar los grandes problemas de la educación pública, el problema es que no se ha dialogado con ellos, los que toman decisiones y controlan los presupuestos. Si reconocemos que esta es una tarea prioritaria, entonces habrá que asumir tan delicada responsabilidad.

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Escrito en: ROLANDO CRUZ GARCÍA

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