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La realeza mexicana

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Fue en tiempos del presidente José López Portillo cuando se vivió en México uno de los peores tiempos en materia de corrupción e impunidad.

No sólo los funcionarios públicos se despachaban con la cuchara grande a la hora de construir mansiones, realizar viajes suntuosos y acumular cuentas bancarias abultadas en el extranjero.

También sus familiares aprovechaban la bonanza petrolera para dar rienda suelta a sus caprichos. Así la primera dama Carmen Romano de López Portillo viajaba a todo lujo por Europa en el avión presidencial, acompañada de los músicos de una orquesta sinfónica.

Lo mismo hacían las esposas de secretarios y subsecretario del gabinete quienes utilizaban sin moderación alguna los aviones de Pemex para irse de compras a Houston, Nueva York y Los Ángeles, especialmente en los puentes vacacionales.

Con Miguel de la Madrid llegó la renovación moral y en parte se contuvo la ola de corrupción que volvió a dispararse en la era de Salinas de Gortari. De ahí en adelante es imposible saber cómo y por qué creció la desfachatez y el cinismo de nuestros gobernantes a niveles jamás imaginados.

Sabemos de casos patéticos como los exgobernadores de Quintana Roo, Mario Villanueva; de Coahuila, Humberto Moreira; y los recientes de Sonora, Guillermo Padrés; y de Veracruz, Javier Duarte.

Por lo menos dos de ellos ya están a prisión y uno más, Javier Duarte, tiene dos órdenes de aprehensión en su contra por acusaciones de lavado de dinero, delincuencia organizada y recientemente por delitos electorales. Duarte debió haber sido detenido hace mucho tiempo, pero nadie sabe por qué no da la cara y enfrenta a la justicia como lo hizo el sonorense Padrés.

Lo que tampoco sabíamos, al menos este ingenuo periodista, es el grado de corrupción al que han llegado en estos tiempos los familiares cercanos a nuestros insignes políticos.

Lo divulgado esta semana por el diario Reforma sobre los gastos, lujos, caprichos y excesos de la esposa de la exprimera dama de Veracruz, Karime Macías de Duarte, es a todas luces deplorable y produce un sentimiento profundo de indignación y rabia.

En poco más de un año -entre 2010 y 2012-la señora Macías pagó con tarjeta de crédito más de 500 mil dólares en ropa, joyas y otras extravagancias. En un solo día en Nueva York, la exprimera dama compró ropa por más de 80 mil dólares en la exclusiva tienda Bergdorf Goodman.

En un viaje posterior, en el año 2011, regresó a su favorita tienda Bergdorf, sólo que en esta ocasión la compra aumentó a los 159 mil dólares, además de otros 9 mil dólares que pagó por su estancia de cuatro días en el hotel Península y ocho mil dólares más por la renta de una limusina.

Evidentemente estos gastos, además de otros por demás suprefluos, no fueron realizados con recursos propios sino a través de tarjetas de créditos que al final del mes eran liquidadas con recursos del gobierno de Veracruz.

Karime se convirtió en una compradora compulsiva gracias a la riqueza por demás explicable que amasó su esposo Javier Duarte, en los primeros años de su gestión en Veracruz.

A Duarte se le decomisaron el pasado mes de enero 23 millones de pesos en efectivo en una de sus casas de la ciudad de México. Días después a la pareja Duarte le hallaron una bodega repleta de artículos personales y de valor, entre ellos escritos de la exprimera dama en donde repetía intermitentemente la frase "merezco abundancia".

La pregunta que surge de inmediato es ¿cuántas otras primeras damas de gobiernos estatales y esposas de funcionarios federales andarán por la misma ruta equivocada de la señora de Duarte?

Ya vimos que la primera dama de México, Angélica Rivera, protagonizó un gran escándalo por la compra de una mansión que fue financiada por contratistas del gobierno federal y ahora la corrupción sale a flote por cuenta de una exprimera dama local.

Este caso tendrá que ser investigado por las autoridades veracruzanas y abordado por el Sistema Nacional Anticorrupción, organismo en formación del que se han creado enormes expectativas.

Lo cierto es que la corrupción en México, al igual el narcotráfico, es un monstruo de mil cabezas que ya no respeta condición social, sexo, ocupación ni raza.

APUNTE FINAL

El secretario de Comercio norteamericano, Wilbur Ross, anunció que las renegociaciones del TLC iniciarán a finales del año, lo que muestra que este asunto dejó de ser prioritario para el gobierno de Trump. Seguramente se dieron cuenta que la más perjudicada en una guerra de aranceles será la economía norteamericana.

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