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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Dicen que mucho ruido ha generado el asunto de las cifras de los votos de la elección interna del PRI en la que, cual mero trámite, se oficializó que Miguel Riquelme es el ungido para pelear por la gubernatura estatal bajo el estandarte tricolor. Y es que, según dicen la orden desde arriba, entiéndase despacho central del Palacio Rosa de Saltillo, no fluyó con la claridad debida ya que la dirigente estatal del PRI, Verónica Martínez dio una cifra diferente a la reportada por Enrique Ochoa, pastor nacional tricolor. La diferencia fue “nada más” de 100 mil sufragios. Y el asunto no es peccata minuta si se considera que el discurso triunfalista de los priistas al día siguiente fue que se tuvo una “votación histórica” para una contienda interna, como para acalambrar a los panistas.

El detalle es que, según nuestros subagentes disfrazados de operadores de carrusel, y tal y como ha ocurrido en las últimas olimpiadas, la demostración de músculo político se vio opacada por los anabólicos esteroides. Es decir, sí hubo músculo, pero no fue tan grande. Pero más allá de estas prácticas, que no son nuevas en la arena política mexicana, los subagentes cuentan que la estrategia para apagar el fuego aplicada por el CEN priista fue responsabilizar de todo el gazapo a doña Verónica, quien, dicho sea de paso, ha venido acumulando malas notas en las últimas semanas, si tomamos en cuenta que no acudió al encuentro que organizó esta casa editora con tres dirigentes partidistas, a pesar de que ya había confirmado dos veces su asistencia. La consigna desde la Capirucha del Esmog fue que el error estuvo en la dirigencia estatal. No obstante, dicen las malas lenguas que esto no es del todo cierto, sino que a “alguien” al final de cuentas se le hizo que para sonar más convincentes se tenía que incrementar las cifras acordadas desde el principio, que fue de 400,000. Como prueba de ello es que sólo se imprimió ese número de boletas, según el propio PRI. Pero ya para hacer cuadrar los números, como as bajo la manga se sacaron la explicación de que como no se dieron abasto, tuvieron que fotocopiar las boletas para atender a la gran cantidad de militantes y simpatizantes que abarrotaron los centros de votación. Claro que, para los críticos y criticones y, sobre todo, para los integrantes del equipo contrario esto no fue así. Pero lo más interesante de todo es que nunca se sabrá con certeza cuánta gente acudió a votar, porque el Instituto Electoral no se mete en estos asuntos. Un misterio para la posteridad, pues.

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Lo que sí es posible saber es cómo funcionó la estrategia de movilización el domingo 26 de febrero. Según los subagentes infiltrados, a los mandos medios de la estructura tricolor se les puso a competir unos con otros a ver quién llevaba más personas a las urnas con una doble finalidad: hacer una especie de ensayo de la maquinaria que deberá operar el domingo 4 de junio y permitir a los liderazgos hasta ahora relegados hacer méritos para ganarse un hueso en caso de que las cosas salgan como lo esperan, es decir, que el PRI conserve la gubernatura. Dicen los que saben que lo importante era revisar que el operativo funcionara y que ya después se afinarían dos o tres detalles. Incluso, se comenta que la estrategia será trasladada a la pléyade de partidos morralla que acompañarán al PRI en alianza, ya que ahora, contrario a lo que ocurría en pasadas elecciones, cada instituto tendrá que pelear por sus propios votos. Y es que, como usted recordará memorioso lector, con la más reciente reforma electoral, los partiditos ya no se podrán colgar del triunfo de los partidotes porque el trasvase de votos, alquimia tan utilizada para mantener el registro, está prohibida ahora. Por lo tanto, si los líderes de esas agrupaciones quieren tener un lugar en la estructura del gobierno, en caso de que el tricolor salga victorioso, deberán esforzarse por sumar la mayor cantidad de votos posibles para la causa. Por otro lado, otra de las apuestas del PRI es que la elección se vaya a tercios y no quede como un referéndum entre los tricolores y el PAN. Para este plan, cuentan con dos opciones: o que el candidato de Morena, Armando Guadiana, crezca lo suficiente como para partir el voto antimoreirista, o que uno de los candidatos independientes despunte en las campañas. Dicen que si el PAN de Guillermo Anaya no logra convencer al electorado de que es la única opción de sacar al PRI del Palacio Rosa, las cosas se le van a complicar en serio.

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Fiel a lo que ya parece una costumbre para con quienes en algún momento le hicieron contrapeso político, el gober duranguense José Rosas Aispuro ha concedido facultades cuasi plenipotenciarias a la actual secretaria de la Contraloría, Rosario Castro, quien apoyada en esa confianza ha acaparado ya varias posiciones, lo que ha generado conflictos, otra vez, al interior del PAN y del mismo grupo de los Castro al grado de que personajes como Julio Castañeda y Jorge Calero ya se desmarcaron de la funcionaria. Y es que, curiosamente, el mandamás provincial le está tomando mucho parecer a la contralora, sin considerar que en 2012 fue una de las principales operadoras al interior del partido blanquiazul para tratar de echar abajo su candidatura a la Senaduría de la República. También se ha olvidado de la probada cercanía de Castro con quienes encabezaron la pasada administración estatal en Durango, y en particular con Rafael Herrera, un compromiso que, dicen, sigue presente y que, además, pone muy en duda si verdaderamente el “gobierno del cambio” actuará en contra de los antecesores que anduvieron haciendo travesuras. Es por esta situación que al escuchar el discurso de doña Rosario sobre las supuestas investigaciones que se llevan a cabo a la pasada administración, pocos creen que éstas llegarán a surtir efecto mandando a una fría celda a los exservidores públicos que hayan cometido irregularidades, como ya se demostró con las auditorías que se practicaron. El cuestionamiento para la funcionaria en este caso ha sido de que si la justicia alcanzará a su “exjefe”. En síntesis, la función de Castro como titular de la Contraloría ha sido más mediática que efectiva hasta ahora, pues ya pasaron cinco meses de la administración estatal sin que se vea claro si se habrá de proceder legalmente ante los desfalcos cometidos.

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Y la dependencia que sigue dando de qué hablar de aquel lado del río es la Vicefiscalía de la Región Laguna Durango. Nuestros subagentes disfrazados de abogados comentan que sigue la mala costumbre de pedir “ayudas” por las comparecencias de extravío de placas o documentos de vehículos al grado de que se ha convertido en una bonita tradición. Cuentan que algunos agentes del Ministerio Público, muy vivillos, cobran “multas” para entregar los vehículos que participan en accidentes, a pesar de que sus propietarios ya realizaron el pago de la reparación del daño al ofendido. Pero no sólo eso. Otros agentes les exigen fianzas a los detenidos, cuando se prometió al inicio de la administración del “Güero” Aispuro que los enjuagues y travesuras en la Fiscalía General del Estado quedarían como asunto del pasado. Bien dicen que prometer no empobrece. Por otra parte, dicen que el jefazo de la Vicefiscalía, Zacarías Cabrera Oliver, así como su secretaria particular y otros asistentes, llegan con la fresca de las 11 de la mañana, aunado al hecho de que andan algo perdidos en la ciencia del nuevo sistema de justicia penal, es decir, juicios orales, que tanto se ha presumido. Cuentan que por todos estos desmanes y desbarajustes, los letrados que son víctimas de las mañas burocráticas ministeriales tratarán de entrevistarse, una vez más, con el jefe máximo de la Fiscalía General del Estado, Ramón Guzmán Benavente, toda vez que, a decir de ellos, salieron de Guatemala para entrar a “Guatepeor”. Cuentan que si tienen éxito y logran hablar con don Ramón, ahora van a ser más insistentes en su petición de que haya un cambio verdadero en la Vicefiscalía, con un titular al frente que, si no es de la región, cuando menos conozca el funcionamiento del sistema de Justicia Penal y nombre a agentes del Ministerio Público de la región, pues la mayoría es personal de Durango, como si aquí no existiera gente capacitada. No os queda de otra que desearles buena suerte.

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