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De ríos sin muros. León Felipe en La Laguna.

Yo, río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

León Felipe tiene 65 años cuando en 1949 visita la Comarca Lagunera. Años de un lento peregrinaje en los que el viento le muestra la gente policroma y heterogénea, cordilleras y cauces gigantescos de los ríos de la América toda, lo llevan a la Ciudad de México que viste ropajes extraños y lo deja unos meses sin alegría, como el mascarón roto e inútil de un barco varado. Y decide escapar otra vez.

-Hui de nuevo. Una mañana me dije: me iré hacia el norte, a una ciudad lejana, donde nadie sepa quién soy y donde pueda sentarme en un banco cualquiera de la plaza a ver pasar la gente y a ver morir los días. Y en huida y sin rumbo crucé unas cuantas ciudades, hasta llegar aquí.

A Gómez Palacio llega el poeta de barro y viento.

-Me gustó este paisaje bíblico, desolado y ardiente, que se parece a los campos austeros e inclementes de la Castilla donde yo nací. Esta es mi tierra, grité. Y decidí quedarme unas semanas, entre estas dos ciudades de Coahuila y de Durango, separadas por un río lírico y humilde, con viñas y huertas en las márgenes.

León Felipe aguijonea con el salmo afilado las mentes de torreonenses de ultraderecha reunidos en el entonces elegante Casino de La Laguna. Suscita la ira y desenmascara los mecanismos de control y dominación.

-Aquí arriba, en este continente, los yanquis levantaron más alto que de costumbre su viejo slogan inglés: God's Country. Pero ya sabemos quién es este Dios: Una divinidad antiséptica y esterilizada que no se propaga... Una especie de malaria muerta... A los mexicanos les trajo el arzobispo Martínez un Dios blando, cómodo, tolerante, con las mangas de la túnica muy modernas y muy anchas... para poder bendercirlo todo... Todo: La casa de los nuevos ricos... la de los mismos mercaderes tramposos que sobornaron a Caifás...

-La voz de los profetas -recordadla- es la que tiene más sabor de barro... Del barro que ha hecho al árbol, al naranjo y al pino, del barro que ha formado nuestro cuerpo también. La voz de los profetas es el grito de la tierra ultrajada...

León Felipe es río sin muro. Tierra, agua, aire y fuego, los cuatro pilares del mundo, en su acción más violenta, huracán. Rebelde, libre.

A los poetas de Torreón dedica sus últimas palabras, antes de decir adiós y... gracias.

-Llorad... gritad todos... aullad Poetas.../ haced de vuestras flautas un lamento.../ Y de vuestras arpas... un aullido.

-Ahora es llanto y es grito... pero aún está de pie. De pie y en marcha... Sin ritmo levítico y mecánico... sin rencor ni orgullo de elegido... sin nación y sin casta... y sin vestiduras eclesiásticas. Oídle... Miradle... Viene aullando en la ráfaga negra del Viento por todos los caminos de la Tierra. Es esa voz loca... ronca... ciega... acorralada en la noche del mundo, angustiosa y suplicante... sin lámpara y sin luna... que pregunta agarrada en agonía a la pez de pellejo que embadurna estrellas y senderos... umbrales y ventanas.

El viento es la gran mano de Dios que escribe los destinos de los seres humanos en la arena del desierto, comenta Raquel Huerta-Nava en su libro "Por la manchega llanura". Tal vez los primeros libros de la humanidad hayan sido trazados por el viento y recordados por los primeros poetas de la historia: los poetas del desierto.

"España y el Viento", aquel discurso telúrico, es rescatado ahora del olvido por el esfuerzo editorial de Fogoneros del Desierto en la serie Libertarias.

A veces me gusta traducir lo que leo -escribe años después León Felipe en su traducción de "El Río", libro infantil y poemático de Rumer Godden. "Y traducir un poema es abrirle nuevos cauces, como a un río, para que riegue otros huertos, otras tierras..., otros pueblos.

"Aquí, ahora, esta metáfora no puede venir más oportuna porque se trata precisamente de un río. Este libro es el poema de un río determinado... y que a la vez es el río "que camina hacia un lugar mucho más grande que él..., va hacia el mar y nadie puede detenerlo..., nadie detiene ni los días ni los ríos".

"A los mexicanos y españoles, esta filosofía poética y primaria nos es muy similar. Se alza en la misma infancia de nuestra lírica:

Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en el mar,/ que es el morir..."

León Felipe estuvo en La Laguna pocos meses después de que el Nilo Lagunero, el Padre Nazas, fuera detenido sin piedad por el gigante muro, la presa "Lázaro Cárdenas" en 1946, que segaría primero los ojos de agua... y ya no lo pudo ver.

@kardenche

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