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Estados Unidos tampoco hace un buen trabajo

JESÚS CANTÚ

Más allá del tono en el que lo haya dicho, es un hecho que el presidente norteamericano Donald Trump considera que el gobierno mexicano no puede derrotar a los cárteles de la droga y que se requiere la presencia de tropas norteamericanas para lograrlo y, como ha sido la constante en todas las conversaciones (presenciales o telefónicas) entre el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto y el norteamericano, el mexicano no tuvo respuesta.

Es un hecho que los cárteles de la droga tienen el control de zonas importantes del territorio nacional, como es evidente en Michoacán, Guerrero, Tamaulipas y Sinaloa, entre los más significativos; también es una realidad que a pesar de todas las detenciones de capos y las bajas que les han infringido en los encuentros con el ejército mexicano, los cárteles mexicanos son en estos momentos muy poderosos. En este sentido era imposible rebatir esa parte de la afirmación de Trump.

Sin embargo, el mandatario mexicano también podía cuestionar el trabajo que hacen los norteamericanos en su territorio, pues son el principal consumidor de drogas y mantienen una tendencia a incrementarlo todavía más.

De acuerdo al último informe mundial sobre drogas de la Organización de las Naciones Unidas en el 2014 el 2.3% de la población norteamericana mayor de 12 años consumía cocaína (porcentualmente únicamente era superado por Escocia con el 2.4 y compartía el segundo lugar con España, con el mismo porcentaje); y el 1.2%, consumía éxtasis (en este caso porcentualmente lo superaban Australia, 3.0; Nueva Zelanda, 2.6; Escocia, 1.7; Holanda, 1.4; e Inglaterra y Gales, 1.3). Aunque porcentualmente no ocupa el primer lugar, en números absolutos sí lo hace por las diferencias poblacionales.

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y Salud, que anualmente realiza la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental de los Estados Unidos, el número de norteamericanos que consumieron droga en los 30 días previos al levantamiento de la encuesta creció de 22.5 millones a 27 millones del 2011 al 2014, pasando del 8.7% de la población al 10.2%, es decir, 4.5 millones más de personas y 2.5 puntos porcentuales más. El mayor crecimiento se da en el caso de los consumidores de mariguana y hashish, que pasaron de 18.5 a 22.2 millones, es decir, 3.7 millones más.

El consumo de medicamentos psicoterapéuticos también muestra un crecimiento importante al pasar de 6.1 millones de personas en el 2011 a 8.1 en el 2014; el consumo de alucinógenos pasó de 1 millón a 1.2 millones; el de cocaína de 1.4 millones a 1.5; y el de heroína, de 300 mil a 400 mil.

Como puede verse hay un crecimiento en términos porcentuales y absolutos y es este mercado el que impulsa la producción de las mismas en México y otros países de América Latina y Asia, principalmente. Si los norteamericanos lograrán controlar dicho consumo y, sobre todo, el comercio ilegal de las mismas en su territorio, también se abatirían la producción y el tráfico de estupefacientes en los otros países.

Sin embargo, aunque Trump ciertamente rompe con muchas de las tradicionales prácticas norteamericanas, en esto no hay ningún cambio: obligan a los países productores a combatir a los narcotraficantes con el altísimo costo en vidas humanas que eso significa, mientras ellos no pueden controlar el comercio ilegal ni abatir el consumo.

La mayor ayuda que los norteamericanos pueden proporcionarle a México para derrotar a los "hombres muy malos" es precisamente hacer un buen trabajo en su territorio. Eso sería mucho más eficaz y eficiente que el envío de tropas a nuestro país para pretender derrotar a los cárteles de la droga y, desde luego, que la construcción del muro para evitar el tráfico de estupefacientes.

Lamentablemente esto que es tan obvio y del dominio público parece fuera del alcance de los gobernantes de ambos países: Trump se empecina en culpar de todos sus males a México y Peña Nieto no se atreve a poner un alto a las ofensas del norteamericano. La experiencia en el trato con él (tanto del presidente mexicano como de gobernantes de otros países) evidencia que no entiende argumentos racionales ni cifras contundentes, por lo que hay que recurrir a su misma receta: "ser duros", para evitar que se "aproveche de nosotros".

Haya sido ofrecimiento de ayuda, broma o amenaza (pues son las tres versiones que se han difundido) el envío de tropas norteamericanas a México es totalmente inaceptable, pues claramente vulnera la soberanía nacional y eso había que dejarlo muy claro y, como es evidente en las versiones de la conversación que se han filtrado, eso no sucedió en la llamada que sostuvieron los dos presidentes.

Casualmente los dos presidentes tienen los niveles de aprobación más bajos de toda historia. Y aunque los porcentajes no son comparables, ya que Peña Nieto apenas alcanza cifras de 2 dígitos, mientras Trump llega al 44%, de acuerdo a la última encuesta de CNN, si se ubican en el contexto de cada uno de los países sí lo son, ya que ese porcentaje es 33 puntos porcentuales menos que el 76% que tenía al inicio de su gestión Barack Obama. Además el 44% se reduce al 40% cuando se les pregunta por el manejo de las relaciones exteriores y al 38%, en lo referente a la construcción del muro en la frontera.

Con su actitud Peña Nieto pone en riesgo la soberanía nacional y desaprovecha la oportunidad de mejorar sus niveles de aprobación.

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