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¡Urge un Secretario de Relaciones Exteriores!

JESÚS CANTÚ

Cuando más se requiere de un avezado diplomático, el presidente Enrique Peña Nieto, decidió nombrar como Secretario de Relaciones Exteriores al amigo del yerno del flamante presidente norteamericano Donald Trump, pensando que la buena relación personal entre ellos permitiría moderar las intenciones del mandatario del vecino país del norte.

Sin embargo, lo peor es que ambos (Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto) parecen refractarios a cualquier aprendizaje de sus pésimas experiencias en todos los intentos de diálogo con los vecinos del norte. Las autoridades mexicanas parecen dispuestas a permitir que sus homólogos estadounidenses los pisoteen una y otra vez, mientras ellos reiteran una y otra vez que ven señales positivas y un cambio de tono en el discurso de Trump, mientras el mundo el único cambio de tono que observa es en sentido negativo para México, es decir, hoy es más agresivo y ofensivo de lo que era en la campaña.

Un diplomático con experiencia jamás hubiera agendado una visita del presidente mexicano a Washington en estos momentos. Lo dice con todas las letras Andrés Rozental, embajador emérito de México, en una entrevista con el periódico Reforma: "Me da la impresión de que fue un error programar una visita tan pronto después de que Trump asumiera el poder, inclusive antes de que sus Secretarios de Relaciones Exteriores y de Comercio estuvieran ratificados por el Congreso de EU".

Y más adelante señala que seguramente se tendrá que dar un encuentro entre ambos mandatarios, pero debe buscarse que se haga "en algún punto neutral como Nueva York, Los Ángeles u otra ciudad" y que México sepa exactamente cuál es la agenda y qué es lo que se va a poner en la mesa. Concluye: "Creo que hasta hoy no hay una estrategia clara de qué es lo que se quiere".

No es el único que piensa que se carece de una estrategia, Luis Rubio, presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), señala en una entrevista en el mismo diario: "La presentación del lunes pasado en Los Pinos fue patética, los diez puntos están bien, pero la presentación del Secretario de Relaciones Exteriores (Luis Videgaray) fue una presentación en la cual él ya había resuelto en su cabeza cómo iba a hacer esto, nada más que el otro lado no estaba dispuesto a hacerlo", expresó. "Finalmente, nos chamaquearon".

Porque una y otra vez, desde la visita de Donald Trump a México, en septiembre del año pasado, el norteamericano ha respondido con ofensas y agresiones, es muy preocupante que Videgaray siga empeñado en hacer exactamente lo mismo, como lo muestra la llamada entre los dos mandatarios del viernes pasado.

Después de haber firmado la orden ejecutiva para iniciar la construcción del muro y haber obligado a Peña Nieto a cancelar su visita, pues hubiese sido el colmo mantenerla después del tuit matutino de Trump, la embestida del presidente norteamericano continuó: primero anunció que estaba considerando un impuesto de 20% a todas las importaciones mexicanas y, posteriormente, ordenó revisar todos los apoyos a México, en un amago de cancelarlos o, al menos, disminuirlos.

El mismo viernes por la mañana, es decir, unas horas antes de la conversación telefónica, envió un nuevo tuit, donde afirmó: "México se ha aprovechado de los Estados Unidos por tiempo suficiente. Los masivos déficits comerciales y poca ayuda en la frontera muy débil deben cambiar, AHORA!".

Por las acciones y comunicaciones de Trump tras la cancelación de la entrevista, las conductas anteriores de Videgaray y el texto del comunicado de la Presidencia mexicana, puede inferirse que fue el mexicano quien insistió con el yerno de Trump en la importancia de que hablaran (Videgaray explícitamente aceptó que fue él quien promovió la visita de Trump en septiembre y quien ha promovido todos los encuentros entre los equipos de trabajo y los primeros mandatarios), así que el críptico lenguaje: "La llamada fue acordada por sus equipos de trabajo", bien puede traducirse en el secretario de Relaciones Exteriores mexicano propuso y Jared Kushner, yerno y asesor del presidente Trump, aceptó que tuvieran esta conversación telefónica.

La llamada en sí misma nunca debió celebrarse, mucho menos a insistencia de la delegación mexicana; pero los resultados son todavía peores: "Con respecto al pago del muro fronterizo, ambos presidentes reconocieron sus claras y muy públicas diferencias de posición en este tema tan sensible, y acordaron resolver estas diferencias como parte de una discusión integral de todos los aspectos de la relación bilateral. Los presidentes también convinieron por ahora ya no hablar públicamente de este controversial tema".

El texto no deja lugar a dudas: el acuerdo implica que México ya aceptó la construcción del muro y también discutir el pago del mismo, aunque tendrá que hacerse como parte de una discusión integral; Trump ya ganó los dos puntos. Pero además lo hace a espaldas de los mexicanos, pues acordaron hacerlo en secreto.

Nuevamente las autoridades mexicanas emiten mensajes positivos: "Los Presidentes tuvieron una conversación constructiva y productiva en torno a la relación bilateral entre ambos países"; mientras Trump mantiene inalterables sus posturas: "Respeto a México. Amo a los mexicanos, pero (en EU) tenemos un gran déficit de 60 mil millones con México y no voy a dejar que eso pase. Hablé (con Peña Nieto) por una hora esta mañana sobre establecer una nueva relación. Pero millones de personas están perdiendo sus trabajos (en EU)... entonces, vamos a renegociar tratados de comercio y otros aspectos de nuestras relaciones. Tuvimos una buena llamada".

Claro que tuvieron una buena llamada, pero para los intereses de Trump, no de los mexicanos.

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