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¡Es hora de actuar!

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

La primera vez que escuché la propuesta de construir un muro fronterizo al estilo de la muralla china fue en el año 2002, en California.

Estaba en un campamento con mis hijos y platicando con varios padres de familia norteamericanos sobre problemas fronterizos uno de ellos espetó: "Si el gobierno no levanta un muro en la frontera nos van a invadir los ilegales mexicanos".

Me sorprendió la ligereza de la aseveración. Traté de explicar el fenómeno de la migración pero no pude, el resto de los papás consintió la idea y fue hasta ese momento que advertí la mentalidad retrógrada, discriminatoria y chata de muchos anglosajones.

Recordé entonces que desde pequeño existía un cerco de alambre en varios puntos fronterizos que algunos llamaban el muro de la tortilla. Pero a partir de 1994, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, se comenzó a tejer la idea de levantar un muro en la línea fronteriza de México y Estados Unidos.

Fue en California donde la Operación Guardián levantó la valla fronteriza con tres barreras de contención que incluye iluminación de alta intensidad, sensores, reflectores, una enorme barda metálica, cámaras y caminos para que la patrulla fronteriza transite libremente.

El modelo se repitió en algunos puntos de la línea divisoria pero por la escasez de recursos y la falta de un acuerdo político sólido en el Congreso, nunca fue concluido.

El muro o barda que pretende construir el nuevo presidente Donald Trump no dista mucho del construido en el sur de California que cumplió parcialmente su cometido.

Se detuvo el cruce de indocumentados por tierra entre San Diego y Tijuana, pero el flujo se trasladó a las zonas desérticas del Valle Imperial y a varios puntos de la frontera entre Sonora y Arizona. Sin olvidar, por supuesto, la construcción de túneles que ha sido utilizado para el tráfico masivo de drogas y migrantes.

Que Trump logre concluir su muralla a lo largo de toda la frontera norte de México está por verse, es una obra costosísima y además inútil. Los túneles seguirán presentes en los 3,185 kilómetros de frontera y se reforzará -si es necesario-el flujo de migrantes por mar y aire.

En realidad -y todos lo sabemos-el paso de indocumentados es un asunto de oferta y demanda. Cuando hay trabajo allende de bravo la gente cruza porque sabe que conseguirá una chamba, pero cuando la recesión arrecia -como sucedió a partir de 2008-automáticamente se reduce el cruce de trabajadores.

Hace un par de meses encontramos a unos paisanos en una taquería de Nueva York que llevaban más de veinte años trabajando en la región sin documentos. Dijeron que no temían a la llegada de Trump porque los norteamericanos necesitan la mano de obra mexicana. "Es más -bromearon-si nos paga bien le ayudaremos a construir su muro".

La novedad en la barda de Trump es su fanfarronada de que México tendrá que pagarla, una propuesta que los mexicanos deberíamos ignorar por absurda e irrisoria.

En cuestión de horas el magnate inmobiliario se convertirá en el presidente número 45 de los Estados Unidos. Es muy probable que escuchemos de nuevo sus ideas tontas e ignorantes en materia de inmigración. Le hemos dado demasiada importancia sin advertir que el supuesto amigo de México, Barack Obama, ha sido el máximo expulsor de indocumentados.

A Trump sí debemos temerle por su política comercial en donde ha hecho mucho daño a México por sus amenazas contra armadoras y el bloqueo de nuevas inversiones.

Lo que México debe darse cuenta es que la guerra comercial ya la inició Trump y como en toda ofensiva hay que defenderse y delinear una estrategia inteligente.

Ya basta de jugar el papel de víctimas, dicen por ahí que la mejor defensa es el ataque y por ello México está obligado a tomar las acciones y represalias necesarias para demostrar su fuerza y libertad al gobierno del presidente entrante Donald Trump, antes de que sea muy tarde.

De lo contrario vamos a ser el hazmerreír en el mundo al tiempo que la economía mexicana seguirá en franca picada.

De peores hemos salido, ¿por qué entonces tal parálisis política y mental?

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Alcanzó a México la violencia estudiantil seguramente por la influencia de mensajes nocivos en redes sociales y medios de comunicación, especialmente en el cine. Lo ocurrido en el Colegio Americano de Monterrey en donde Federico de 16 años disparó su arma contra su maestra y tres compañeros, evidencia el alto grado de desintegración social y familiar al que hemos llegado.

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