¿Somos una democracia o una autocracia? La respuesta parecería obvia, pero no lo es. Sin duda, México ha cambiado radicalmente en sus formas, pero me pregunto si en realidad cambió su esencia. La evidencia de las últimas semanas no es halagüeña...
El tema del momento es la gasolina, pero la pregunta crucial es: ¿por qué no rinden los frutos esperados las reformas emprendidas a lo largo del último medio siglo? El objetivo expreso de las reformas iniciadas desde los ochenta era elevar la tasa de crecimiento de la economía, a lo que siguieron profundas reformas, algunas planeadas y otras no, en los ámbitos político y social. El México de hoy es irreconocible, al menos en su estructura institucional formal: la constitución de hoy refleja a un país diverso, abierto y complejo, algo radicalmente distinto a lo contemplado en 1917.
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