Aunque ciertamente retórica, la pregunta del presidente Peña "¿ustedes que hubieran hecho?", en relación al incremento en el precio de los combustibles, invita en verdad a ensayar una respuesta:
Mi primera decisión sería la de no mentir; contrario a lo que hace el titular del Ejecutivo federal, yo hablaría con la verdad en relación a las causas que motivan el "gasolinazo". En vez de intentar dorarle la píldora a la ciudadanía con lo del incremento de los precios internacionales del petróleo, que es en todo caso un ingrediente menor de la situación actual, hablaría de los errores, las malas decisiones, los despilfarros y las corruptelas de mi gobierno.
De lo anterior se seguiría que, en lugar de amenazar con la eliminación de programas de beneficio social -¿se fijan que sólo amaga con castigar a los más pobres?- ofrecería mis disculpas y, acto seguido, anunciaría medidas de verdadera austeridad gubernamental, no expresadas en términos abstractos, como lo hace Peña, sino en términos muy concretos, fáciles de medir y evaluar por las distintas organizaciones de la sociedad civil interesadas en temas de transparencia y gobierno abierto.
Allí, la lista de posibilidades es larga: descartar toda publicidad oficial que no esté destinada a salud y a protección civil; suprimir la condonación de impuestos a las grandes empresas corporativas; desaparecer -ahora sí- la Secretaría de la Función Pública; eliminar todo beneficio adicional al sueldo de los altos funcionarios federales, dejando sólo las prestaciones mínimas de ley; enviar al Congreso una iniciativa para la reducción de plurinominales en ambas Cámaras… en fin, una serie de medidas que demostraran una auténtica voluntad política para cambiar el estado actual de las cosas en el que hay una clase política altamente favorecida, que goza de lujos y privilegios a costa del sacrificio del resto de los ciudadanos.
De manera adicional, aceleraría el proceso de operación del Sistema Nacional Anticorrupción, pues sin duda alguna que los principales y más importantes ahorros gubernamentales, vendrán el día que en este país los recursos públicos no terminen en los bolsillos de los políticos o de los empresarios corruptos.
Finalmente, aceptando humildemente que ya no puedo ser factor de unidad ni de gobernabilidad, renunciaría; no sin antes ponerme a disposición de las autoridades para ser investigado ampliamente por los múltiples casos de corrupción en los que se me ha implicado.
Ahora, devolvámosle amablemente la pregunta al presidente Peña: ¿Usted qué va a hacer? ¿Seguir mintiendo? ¿Continuar haciendo del gobierno un negocio personal? ¿Seguir llamando a sus cuates a ocupar cargos para "ver si aprenden"?
Señor Peña, ¿qué va a hacer para merecer realmente el cargo de presidente?
