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2017, para poner al derecho lo que nos salió al revés

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

2016 fue un año de sorpresas, que de ninguna manera resultaron neutras. El periódico español El País sintetiza contundentemente el estado de las cosas, afirma que el 2016 fue el año en que nos salieron las cosas al revés. A este año nuevo le hemos cargado la tarea de corregir el rumbo. Pero como dice un amigo, no bastan los buenos deseos, hay que cambiar el sistema.

De inicio Reino Unido decide, en un referéndum vinculante, salir de la Unión Europea. 51.9 % de la población votó a favor de salir, mientras que 48.1 % se manifestó a favor de permanecer en ella. Todavía estábamos asumiendo el significado del "Brexit" cuando nos enteramos del rechazo del pueblo colombiano al acuerdo de reconciliación entre el Estado y la guerrilla. Casi medio siglo, 8 millones de víctimas, 260 mil muertos y un número indeterminado de entre 15 y 70 mil desaparecidos. Así, el plebiscito dice No, fuera de todas las predicciones y de todas las encuestas preliminares, por apenas medio punto porcentual, equivalente a 43,894 votos y con una abstención del 62.6 %.

La tercera sorpresa fue el triunfo de Donald Trump en las elecciones por la presidencia de la Unión Americana, con 2.5 millones de votos menos en un conteo universal, pero con 290 votos electorales, 20 más de los 270 votos necesarios para ganar en el complejo sistema electoral norteamericano.

En síntesis, coinciden analistas internacionales, nuestra idea de "todos" quedó severamente trastocada, las cosas salieron al revés.

Lo mismo en México. De los muchos rasgos que pueden describir nuestro país vamos a retomar aquí dos: el gasolinazo y la corrupción. El antecedente es la integración a los mercados globales impulsada por Salinas de Gortari con la apertura de las fronteras y el fin al proteccionismo a la industria nacional. Peña Nieto refuerza esta dinámica y al inicio de su gobierno pacta con los partidos políticos nacionales la Reforma Energética, por la cual se resolverían todos los problemas de acceso a los combustibles. Nos despertamos el primero de enero con el desorbitado aumento de precio a la gasolina. De nuevo, las cosas al revés.

Y la corrupción, que creíamos de otras épocas, resultó muy actual. Peña Nieto dice que es "cultural", profundamente arraigada en las interacciones cotidianas del pueblo mexicano. Aquí los descomunales atracos al erario público de los gobernadores, así César Duarte (PRI) de Chihuahua, Roberto Borge Angulo (PRI) de Quintana Roo, Javier Duarte de Ochoa (PRI), Sinaloa Mario López Valdez (PAN), Rafael Moreno Valle (PAN) de Puebla, Humberto Moreira (PRI) de Coahuila.

Y como si de un guión preestablecido se tratase, el proceso se repite en la Comarca Lagunera. Llegamos a creer que la ciudadanía había dado pasos firmes y se habría logrado constituir interlocutor válido en el rejuego de fuerzas políticas al interior de la sociedad. Las diferentes iniciativas en diferentes niveles daban motivos para pensar en ello, pero la sólida clase política coahuilense juega también su propio juego. Se inyectaron recursos en Torreón de manera que no se hizo en otros municipios. Las obras de relumbrón y de discutible densidad social ahí están. La clase política coahuilense va con todo, pero la maquinaria no parece estar en su mejor momento. Hace dos semanas se hizo público un audio donde se escucha la voz del secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado, pone a disposición del candidato del PRI la estructura completa de la secretaría, 450 coordinadores harán activismo político. El único objetivo es hacer gobernador del estado al elegido. Está por verse si tal anuncio tiene efectos. En este ambiente las cosas salen al revés.

Será suficiente el voto electoral para corregir el rumbo, será capaz de rehacer el amañado sólido tejido político para que funcione de otra manera, será capaz de provocar un reparto diferente del peso político. Como se ve, no basta con los buenos deseos, el voto electoral también parece insuficiente. Se urge la aparición de nuevos actores en la escena para lograr cambios en el sistema, de los actuales no parece que podamos albergar ninguna esperanza, en todo caso ningún actor puede por sí mismo alcanzar logros significativos. Hace falta una estrategia de alianzas, pero la falta de horizonte, el ensimismamiento, el oportunismo, la inercia harán también su parte. El panorama pinta complicado, se tienen que, como dirían los viejos marxistas, acentuar todavía más las contradicciones. En eso estamos.

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