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Conservación de la biodiversidad: COP 13

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En un ambiente de elegancia minimalista recargada y de salones pletóricos de avances tecnológicos de la comunicación, los participantes seleccionan con muchísimo cuidado las palabras y las cifras que habrán de servir para construir los textos de las declaraciones. Palabras que se decantan y se desechan, y otras que emergen y se incrustan en moldes para formar una idea que lucha por liberarse del anquilosamiento original y encontrar su cauce en el mundo de los conceptos, y quizás se encuentre con algo o alguien que la aplique en el mundo natural y logre algún cambio.

La idea que resuena y se filtra aquí y allá en los foros y talleres de trabajo de la Conferencia de las Naciones Unidas para la Biodiversidad, Conferencia de las Partes número 13 (COP 13) que se lleva a cabo en Cancún México, es la integración de la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad en los planes, programas y políticas sectoriales e intersectoriales. México pone énfasis en los sectores agrícola, forestal, pesquero y turístico. Aunque la idea se limita y frena desde su origen: "el tema de integración de la biodiversidad está sustentado en el artículo 6, inciso b, el cual establece que cada parte "integrará, en la medida de lo posible y según proceda…"

Sobre dicha idea, los ministros de medio ambiente y otros jefes de delegación, trabajaron una declaración constituida por una argumentación y unos compromisos, desde mi punto de vista muy tibia y descafeinada. Se reitera una y otra vez los mismos argumentos que escuchamos desde la COP 1: vivir en armonía con la naturaleza y la Madre Tierra, la biodiversidad como parte de las soluciones para los urgentes desafíos sociales y de desarrollo, preocupación por los impactos negativos sobre la biodiversidad, la necesidad de cambiar las modalidades, conductas y actividades de desarrollo humano para respetar la naturaleza, entre otros que sólo reflejan los pasos lentos y de escasa longitud en la conservación de la biodiversidad, integrada o no.

Los compromisos, todos excelentes y escrupulosamente escritos, suenan más a una invitación que a una obligación en la reiterada y cacofónica declaración de Cancún sobre integración de la conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad para el bienestar. Como sea, se plantea a nivel de cada país participante crear un marco jurídico adecuado, aplicar estrategias y planes de acción nacionales, fortalecer apoyo institucional y las capacidades, adoptar enfoques integrados, participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos, restauración de los ecosistemas como una base para alcanzar buena salud, agua limpia y saneamiento, la seguridad alimentaria, Incrementar y fortalecer los sistemas de áreas protegidas ecológicamente representativos y bien conectados y otras medidas de conservación basadas en áreas efectivas, integrar la biodiversidad en los programas educativos para incrementar la conciencia sobre la biodiversidad y sus valores, entre muchos otros buenos propósitos, que ya hemos escuchado antes.

En mi opinión, tres aspectos son destacables de esta COP 13, la primera tiene que ver con el reconocimiento a nivel internacional que se le hizo a México por su importante contribución a la biodiversidad de especies alimenticias: "México es un país de gran diversidad cultural y en consecuencia un centro mundial de domesticación de plantas".

La segunda se refiera a la declaración de cuatro nuevas áreas naturales protegidas: la Reserva de la Biósfera el Caribe mexicano, la Sierra de Tamaulipas, del Pacífico Mexicano Profundo y las Islas del Pacífico. En particular me da mucho gusto que la lucha de muchos años de los compañeros de Tamaulipas, con los que tuve el placer de trabajar en el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable, haya dado frutos.

Y finalmente, en el marco de la treceava Conferencia de las Partes para la Biodiversidad, se le otorgó a Prodefensa del Nazas A. C., una mención especial en la categoría social-comunitaria como reconocimiento a su trabajo en la conservación de la biodiversidad del Parque Estatal Cañón de Fernández, un merecido Premio al Mérito Ecológico, que acalla las voces de la infamia y minimiza los obstáculos que impedían la exitosa continuidad de su tarea en beneficio de los ecosistemas riparios y de sus habitantes. Felicidades.

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