La ruta del Mar del Norte

(Quinta parte) Eficiencia, productividad, prosperidad… estos conceptos se repiten en mi crónica. Y en las crónicas de muchos otros que intentan analizar estos países que componen mi viaje del 2016.

Aunque es evidente que éste es el estado presente de estos países, la situación no siempre fue así. Y es interesante recalcar este hecho, dado que al mexicano con poca educación le han eseñado a atribuir todo a la genética o a la cultura.

Si la agricultura y ganadería holandesas son utraproductivas, ¿por qué entonces las hambrunas de los años 40? Si los holandeses están genéticamente predispuestos a ser altos, ¿entonces porqué eran de las personas de más corta estatura de Europa hace apenas dos siglos? (Favor de cerciorarse de ambos hechos en Wikipedia)

¿Dónde estuvo entonces su cultura o su genética? La variable ambiente tiene más peso que cualquier otra.

Ni soy, ni pretendo ser experto en la materia, pero leí de un periodista sueco lo siguiente: No hay democracia con igualdad, libertad de prensa y transparencia que no llegue eventualmente a ser próspera. Ni hay democracia con desigualdad, corrupción y restricción en la actividad de prensa que eventualmente se escape de la pobreza… Toma nota México: así de fácil es la fórmula para las democracias (otras fórmulas aplican a las dictaduras).

Un campesino holandés no trabaja más fuerte que un campesino mexicano. Simplemente lo hace en un mejor ambiente, regido por un mejor gobierno. Muchos expertos apuntan que la prosperidad de Europa está en juego hoy en día. Este artículo se escribe en las inmediaciones del Brexit y de la ola de atentados terroristas en Europa.

El periodísta más pesimista vaticina la islamización y fracaso de Europa. Como apunté anteriormente, las zonas más deterioradas de las ciudades europeas son las que están habitadas por inmigrantes.

El europeo promedio está harto de leer (o experimentar) atentados como el del vehículo que mató a más de 80 en Niza. Los partidos nacionalistas no dejan de crecer aún y que todos los europeos, nacionalistas o no, saben que su prosperidad es resultado en gran medida de la explotación del tercer mundo, mismo tercer mundo que ahora toca a sus puertas queriendo entrar y dejar de ser pobre.

Pero, si tomamos la fórmula anterior como referente, las democracias corruptas como Grecia, Rumania y hasta España si no frena la ola reciente de corrupción, eventualmente fracasarán en resolver sus problemas.

Las democracias transparentes como Alemania, Suecia, Dinamarca, Holanda y el mismo Reino Unido, eventualmente encontrarán la manera de solucionar sus problemas. Con inmigrantes y con o sin la cobija de la Unión Europea. No hay señal alguna que el Norte de Europa “adopte” la corrupción institucionalizada.

Siguen siendo con buen márgen “las zonas más transparentes” (haciendo analogía al libro de Carlos Fuentes).

La cosa pinta bien. Lo que al parecer está intentando el actual Gobierno de México, es convertirse en la primer democracia, desigual, corrupta y sin libertad de prensa que llegue a la prosperidad en la historia. ¡Buena suerte! Dejo Hamburgo despidiéndome de novia y amigos. Me dirijo franco al Norte para llegar al último país de la ruta: Dinamarca.

Cruzo la provincia alemana de Schleswig-Holstein, que me deja con el cénit de haber probado un chamorro de cordero, plato tradicional que la mesera me recomendó al exigirle de mi parte algo “bueno y regional”.

Dinamarca me recibe con una ruta para bicicletas llamada “The Royal Marshland Route”, un hermoso trayecto de unos veintitantos kilómetros que inicia en la Frontera Occidental con Alemania y termina en un poblado llamado Højer. La zona es una mezcla de llano, granjas, casas rurales, pantanos y mar. La cruzo entrada la tarde, me toca atestiguar la puesta del sol. Los sonidos que se pueden percibir son los de aves, olas, caballos y la fricción de mis ruedas con el asfalto. Me quedo pensando que días como éstos son los que me obligarán a seguir consumiendo mi “droga” en el futuro.