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Comisión de Cuenca para el Cañón de Fernández

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

En otras ocasiones hemos expresado públicamente nuestra preocupación por los procesos de deterioro que en nuestra región sufren los ecosistemas aún no antropizados, es decir, aquellos ecosistemas naturales a los cuales las poblaciones humanas no han alterado su estructura y funcionamiento, y por ello se conservan en un estado próximo a su condición original.

Actualmente podríamos señalar que este tipo de espacios ubicados en territorios continentales son escasos, y aún en los mares u océanos donde pareciera que la mano del hombre no llega, también enfrentan alteraciones, sea porque, en ambos casos, están siendo sujetos a algún tipo de explotación o sufren los efectos de acciones como la contaminación que provoca las propias actividades humanas.

Pero no vayamos tan lejos. Diversos estudios elaborados por investigadores mexicanos y extranjeros proveen datos que debemos considerar, como es el caso de los realizados en 2004 por personal del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Institut de Recherchepour le Developpment (IRD), los cuales indican como han sido afectado los diversos tipos de vegetación en las cuencas de los ríos Ramos y Sextín, aguas arriba del río Nazas ,durante el período 1972-1998 (1).

En el bosque templado de encino-pino para la primera de estas cuenca, la superficie descendió de 1972 a 1998 de 77.7 % a 42.0 % y de 76.7 % a 48.0 % en la segunda, mientras que las praderas crecieron de 16.6 % a 27 % y de 11.5 % a 22.0 %, respectivamente en cada una de las cuencas y años señalados, es decir, el bosque decreció y las praderas aumentaron, es posible que esto ocurra porque el bosque ha dejado de ser una actividad productiva rentable con respecto a épocas anteriores, mientras que la ganadería creció porque con ella ocurre lo contrario.

Ciertamente, para los dueños del bosque, o quizá para quienes lo explotaron siglo y medio sin la regulación necesaria, al dejar de ser atractivo el bosque sufre cambios en el uso de suelo que den pauta a otras actividades, pero estas alteraciones modifican el régimen hídrico de los escurrimientos que forman dichos ríos y la propia filtración de agua al subsuelo de la que se alimenta gran parte de la recarga de los acuíferos que se ubican en la parte baja de la cuenca, en La Comarca Lagunera.

La pérdida de estas funciones ecológicas fue observada cuando el daño ya estaba hecho, y nuestra preocupación se hace manifiesta al ver que la disponibilidad de agua se reducirá e impactará negativamente las actividades económicas en nuestra región, la que más aporta al Producto Interno Bruto de la Cuenca Nazas-Aguanaval y de los propios estados donde se drena, además de que en ella se concentra la mayor densidad poblacional.

Algo similar está ocurriendo en la franja media de la cuenca, y peor aún en la parte baja donde aún existe un ecosistema ripario, el que atraviesa del Cañón de Fernández, aguas debajo de dicho embalse Las Tórtolas. Es este último el que se encuentra más amenazado, lamentablemente por estar cercano a la zona metropolitana.

Al igual que en el bosque, en él se han multiplicado actividades humanas que están afectando el ecosistema ribereño, se observa un crecimiento en las construcciones y de las áreas de cultivo que han desplazado la vegetación del bosque de galería y el sotobosque vecino; hay cambios en el uso del suelo que fragmentan y deterioran el hábitat.

Quizá quienes están provocando estos daños no valoran que este sitio ha sido declarado área natural protegida, que es un humedal, un ecosistema acuático-terrestre donde se pretende conservar la flora y fauna que ahí habita, que es un espacio que los laguneros queremos destinar a la vida silvestre con la cual podamos convivir y disfrutar, considerando que la mayor parte del territorio regional ha sido drásticamente alterado.

Lamentablemente, quienes toman las decisiones sobre la regulación del suelo, el agua, la vegetación, no han querido o podido actuar para regular la presencia humana en este espacio protegido; por ello quienes compartimos el propósito de conservarlo vemos con suma expectativa a quien el gobernador electo de Durango nombre como titular de Medio Ambiente, puesto que es un área natural protegida de categoría estatal, y esperamos sea una persona comprometida con el cuidado de la naturaleza.

Este cambio puede ser un momento decisivo para convertir las amenazas que enfrenta el Cañón de Fernández en oportunidades, aún es tiempo de revertir los daños hasta ahora provocados, pero para ello es importante que los ciudadanos, los laguneros volteemos a ver lo que ahí sucede y contribuyamos a encontrar las soluciones.

Para Prodefensa del Nazas, la asociación civil que ha ejercido la administración del Parque Estatal, es fundamental que se difunda la situación que ahí prevalece, a la vez de que propone, al igual que con el bosque se cree una Comisión de Cuenca que integre esfuerzos institucionales y ciudadanos, busque y aplique las opciones necesarias para lograr este propósito. Lo que no se sabe, lo que se oculta, beneficia a quienes se aprovechan de ello, mientras esto ocurra nada cambiará.

Descroix et al, 2004 La Sierra Madre Occidental, una fuente de agua amenazada.

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