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Deuda imparable

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El informe de la Auditoría Superior del Estado de Coahuila ASE, que en días pasados dio a conocer que el Municipio de Torreón se encuentra en graves problemas de liquidez, revela que nuestros gobiernos a nivel local, no tienen modo de parar la cuesta abajo de endeudamiento que nos tiene sumida en la mediocridad a nuestra infraestructura urbana, impide el desarrollo social e hipoteca a las próximas generaciones.

De acuerdo a información publicada por El Siglo de Torreón el lunes pasado, los pasivos no bancarios con vencimientos a corto plazo del Municipio, ascienden a la cantidad de cuatrocientos cuarenta y dos millones de pesos y en contrapartida, la administración de Riquelme sólo cuenta con seis millones de pesos en bancos.

A semejante panorama el Tesorero responde con un aplomo que raya en el cinismo, objetando los resultados del informe de auditoría y asegurando que el monto de los pasivos corresponde al de las cuentas por cobrar, lo que resulta insuficiente, habida cuenta de que el dinero disponible, apenas alcanza para pagar los intereses de un mes sobre la suma principal, calculados al tipo legal.

Es cierto que otros municipios de Coahuila se encuentran en condiciones estrechas de liquidez, pero el caso es que el de Torreón es el que ocupa el nada honroso primer lugar y por mucho, ya que el municipio de Saltillo con un endeudamiento inferior en un treinta por ciento, cuenta con mayores activos disponibles para su pago, en un veinte por ciento más que los que tiene disponibles la otrora llamada Perla de la Laguna.

Las notables diferencias numéricas que separan a nuestra ciudad de la capital, son poca cosa si comparamos los resultados en el manejo de los recursos que se concretan en una diferencia abismal entre ambas ciudades en los rubros de infraestructura y calidad de los servicios públicos, que es apreciable a simple vista.

Lo más impresionante es advertir que los gobiernos de Moreira y Riquelme no aprenden, pues a estas alturas de haber podido ya habrían moderado el saqueo para frenar su desprestigio frente a la proximidad de las elecciones locales del año próximo, por lo que no cabe sino concluir que la falta de transparencia y la corrupción sistemática, son condiciones irremediables, por ser inherentes a la esencia y forma de ser del moreirato.

Por ello, parte de la respuesta al endeudamiento imparable se encuentra en otro tópico de las finanzas municipales cuya discusión al interior del Cabildo se encuentra hoy día sobre la mesa, y que consiste en la abultada nómina de servicios personales del Municipio. Riquelme se comprometió a reducir la nómina al inicio de su administración pero hasta el momento, lejos de haber cumplido, la nómina crece también en una dinámica que parece no tener fin.

Detrás de esa nómina obesa a cuyo análisis se opone la actual administración ocultándola como secreto de estado, se encuentra la estrategia de control político del régimen, que gasta en prerrogativas y privilegios concedidos a discreción en favor de su estructura político electoral, manteniendo una cantidad de aviadores en una proporción nunca antes vista.

Ejemplo de lo anterior es la llamada Marea Roja que en virtud de que existe con el pretexto del barrido de calles, implica un doble pago si la sumamos a la factura que sobre el mismo concepto se paga a la empresa concesionaria de limpieza. Opera además una nómina de parásitos que cobran sin trabajar en todos los niveles imaginables y una sangría constante de recursos en exenciones y estímulos para beneficiar a favoritos e incondicionales, como ocurre con los otorgados a la multitud de restaurantes, antros y bares, que han hecho de los alrededores de la Plaza Mayor una especie de barrio bohemio subsidiado con cargo al erario público.

Otro ejemplo lo ofrece el programa de perforación de pozos pues a pesar de que las estadísticas ofrecidas por el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento Simas aseguran que se han perforado veinte pozos en la presente administración, lo cierto es que la escasez de agua continúa. Los anteriores, son simples botones de muestra, que acreditan que el moreirato es incapaz de llevar una administración eficiente porque ni la transparencia ni la honestidad están inscritas en su ADN.

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