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México reprobado

JUAN VILLORO

Nuestros conflictos son una forma de la eternidad. El gobierno apuesta a que se resuelvan a través del desgaste y el olvido. Las declaraciones sustituyen a la gestión y las negociaciones llevan a pactos para que todo siga igual. Un país sumido en el marasmo.

A fines de los años cincuenta, el líder comunista Othón Salazar, magnífico orador de la vieja escuela, encabezó una lucha que, junto con la insurgencia ferrocarrilera, puso en jaque al gobierno de Adolfo Ruiz Cortines. Los siguientes mandatarios buscaron ponerse a salvo de esa presión favoreciendo a caciques en el sector educativo. Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo, pareja conocida como El Señor y La Flaca, dominaron con pulso férreo al SNTE, el sindicato más grande de América Latina, con cerca de un millón y medio de agremiados.

El relevo de Jonguitud por Elba Esther fue hecho en Los Pinos, a iniciativa de Salinas de Gortari. El SNTE ha sido el perfecto sindicato "charro", donde las bases carecen de voz y los dirigentes se enriquecen en nombre de la clase obrera. Una de sus más cuestionables "conquistas" son los comisionados, que "trabajan" como sindicalistas. Esta mafiosa asociación extendió su influencia al Congreso, la Secretaría de Educación y el PRI, donde ha dispuesto de cargos prominentes. Elba Esther dispuso de jet privado y mansiones a cambio de someter a los trabajadores. En las elecciones de 2006, hizo un viraje, apoyando a Felipe Calderón. Su partido, el Panal, obtuvo el 4.54% de los votos para diputados y sólo el 0.96% para su candidato presidencial, Roberto Campa. ¿A qué se debió la divergencia? La consigna del SNTE era favorecer al partido y que el PAN ganara la Presidencia.

Peña Nieto entendió que la antigua aliada había dejado de serle útil y procedió a defenestrarla, sin desmantelar del todo sus redes.

Mucho antes se gestó un movimiento al interior del sindicato. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación surgió en 1979 por iniciativa de jóvenes maestros, casi todos menores de treinta años, hartos de los abusos de sus líderes. La mayoría venía de estados pobres (Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca) y muchos pertenecían a escuelas rurales. Para no dispersarse, establecieron dos metas que conservan hasta la fecha: mejoras salariales y democratización del gremio. No rompieron con el sindicato; buscaron cambiarlo desde dentro. Para ello, escogieron un nombre que se presta a equívocos. Sólo los expertos distinguen al SNTE de la CNTE.

La Coordinadora es una organización de base, ajena a los liderazgos. Esto ha evitado decisiones verticales, pero también ha dificultado disponer de interlocutores que expliquen al resto de la sociedad el significado de la lucha.

Su historia ha sido narrada en las 504 páginas de Cero en conducta, de Luis Hernández Navarro. Esta extraordinaria crónica da cuenta de una paradoja. Los miembros de la CNTE han vivido hostigados y no han faltado intentos de cooptarlos; obligados a resistir con heroica disciplina, se han aislado de otros sectores. En palabras de Hernández Navarro: "Para sobrevivir políticamente tuvieron que 'enconcharse', gestar un espíritu de grupo [...]. El activismo fue el cemento que los cohesionó, aunque se convirtió en ocasiones en una de las principales trabas para su evolución política".

En condiciones muy adversas, la CNTE busca democratizar una de las organizaciones más poderosas y corruptas del país. Al mismo tiempo, es percibida como una molestia en la capital, territorio de la crispación donde la movilidad ocurre de milagro. Quienes perdieron sus negocios por el plantón en el monumento a la Revolución o no llegaron a un hospital por una marcha, difícilmente entienden que están ante una iniciativa justa, que carga con el dolor de más de 150 militantes muertos, entre ellos los caídos en Nochixtlán hace unas semanas.

Los maestros democráticos no se oponen a la evaluación sino a su carácter punitivo, que permitiría hacer despidos selectivos. Habría que pensar si los diputados pasarían la prueba Enlace. Los maestros no fueron incluidos en la "reforma educativa", que es ante todo un ajuste laboral. Tardíamente y con muertos a cuestas, se abren mesas de negociación.

Una lección se desprende de todo esto: lo que no pasa el examen es el país.

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Escrito en: Juan Villoro

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