(Primera parte)
¡Al fin! ¡El Ángel del Amor fue rescatado!, fue pacientemente restaurado, se le devolvió su color blanco "casi inmaculado" del mármol de Carrara; desapareció toda huella del despiadado "graffiti" del que fue objeto durante algo más de 6 años, ya que en fotografías periodísticas de 1998, aun conservaba la blancura con la que había llegado de tierras muy lejanas, de allende el Mar Mediterráneo, de allende el Océano Pacífico.
Al fin, el Ángel del Amor luce en todo su esplendor, en toda su gallardía, en toda su majestuosidad a un costado de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Cd. Lerdo, Dgo.
Mucho se ha escrito sobre esta bella escultura, cada escritor con su estilo, cada investigador de acuerdo con las fuentes de información a las que pudo haber llegado, cada historiador agregando un dato, una nueva información, una anécdota más a su origen, a las leyendas que se han originado a su alrededor, a los poderes sobrenaturales que de ella se han creado, de los milagros que de acuerdo a muchos se han sucedido, pero, retrocedamos en el tiempo, remontémonos a fines del siglo XIX y conozcamos más detalles de los que hasta el momento no se habían publicado.
Por muchos es conocido que esta monumental escultura fue colocada en la tumba de la señora Enriqueta Carlota Crabtree y Camacho pocos años después de su fallecimiento; sin embargo, conozcamos los orígenes de nuestra protagonista.
ENRIQUETA CARLOTA CRABTREE CAMACHO fue hija del señor Ing. Civil Henry Herbert Crabtree, de origen inglés, quien a fines del siglo XIX llegó a nuestro país contratado por la Compañía S. PEARSON AND SON LTD. para participar en la construcción del Puerto de Veracruz; es allí donde contrajo matrimonio con la señorita Carlota Camacho Holl, de origen mexicano; allí nacieron sus cuatro hijos: ENRIQUETA CARLOTA (*20-03-1896), a quien conocían como Nena; CARLOS HERBERT (Chale) (*08-07-1898); JOSEFINA BEATRIZ (Trixi) (*10-09-1899) y MA. CONCEPCIÓN (Conchita).
Se considera que por algunos años la Familia Crabtree Camacho radicaron en la Ciudad de México donde Enriqueta Carlota estudia violín en El Conservatorio de la Ciudad de México; posteriormente, es becada para continuar con el estudio de este instrumento en la Scala de Milán, Italia, a donde se va por una temporada acompañada de su madre y hermanos. Enriqueta llega a sobresalir en el manejo de este instrumento musical llegando a formar parte de la Sinfónica de Tosscanini.
Parece ser que la misma compañía S. PEARSON AND SON LTD. contrató los servicios del Ing. Crabtree para realizar unos trabajos en Mapimí, estableciéndose en Cd. Lerdo en compañía de su familia. Lo que si es bien conocido es que fue en esta población donde Enriqueta Carlota contrae matrimonio civil y religioso el 11 de septiembre de 1916 con el señor Francisco Gámez Espinosa, originario de San Pedro de las Colonias, hacendado agricultor de buena posición social y económica.
El matrimonio Gámez Crabtree establece su residencia en San Pedro de las Colonias y al año siguiente, el 12 de agosto de 1917, en Cd. Lerdo, Dgo., nace el primogénito de la familia, FRANCISCO GÁMEZ CRABTREE. Dos meses después, el 24 de octubre, el pequeño Francisco es bautizado en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de la ciudad que lo vio nacer.
Seis meses de embarazo tenía la señora Enriqueta para los primeros días de octubre de 1918, año en que aparece la famosa influenza española que se extendió en todo el país y en el mundo entero, cobrando a nivel internacional millones de víctimas, siendo una de ellas la señora de Gámez, quien en un gesto altruista y poniendo en riesgo su propia vida y la del producto que llevaba en su entraña, ayudaba en la atención de los cientos de enfermos en la población de San Pedro, siendo contagiada por el virus y falleciendo finalmente el 8 de octubre de ese mismo año.
Su cuerpo fue traído de aquella población para ser inhumado en Lerdo y fue hasta cuando el coche fúnebre con el ataúd llegó a esta ciudad cuando familiares y amigos se enteran de su fallecimiento. Su cuerpo fue conducido directamente al cementerio para su inhumación, ¡y tan sólo tenía 22 años de edad!
Una hermosa pieza escultórica fue labrada en el viejo continente y trasladada hasta esta población para rendir homenaje a la joven mujer y el hijo que llevaba en su entraña, una escultura labrada en blanco mármol de Carrara que fue colocada dos años después de su partida, en 1920; su epitafio fue "Recuerdo de su esposo y de su hijito".