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Amor... amor

Diálogo

YAMIL DARWICH

La antigua Corinto fue fundada con el nombre de Éfira, por Sísifo, quien fue su primer rey. Sus hijos Glauco y Ornitión, la transformaron en una ciudad próspera y poderosa, que contó con grandes personajes, quienes influyeron en nuestra cultura occidental; entre ellos: Dinarco, orador ático, Diógenes de Sinope, representante sobresaliente del movimiento cultural de los cínicos; Eufránor, escultor y pintor, sin olvidar a Periandro, uno de los siete sabios de Grecia.

Como metrópoli sobresaliente de su tiempo y por su desenvolvimiento cultural, no fue extraño que le consideraran los primeros cristianos como ciudad libertina, a la que acudió Pablo a predicar, buscando abandonaran sus creencias de la mitología griega.

Pablo les predicó sobre el amor verdadero, más allá del querer y les decía:

"El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites".

Esa prédica ha servido para ejemplificar lo que representa el amor romántico maduro, letanía pronunciada durante muchos años en cada matrimonio religioso y, hasta hace relativamente poco tiempo, en una versión laica utilizada en las bodas civiles, inspiración de Melchor Ocampo.

"Que los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de lo que es cada uno para sí. Que el hombre cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar, y dará a la mujer, protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él, y cuando por la sociedad se le ha confiado".

"Que la mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura, debe dar y dará al marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende, y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca, irritable y dura de sí mismo".

"Que el uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno se esperaba del otro al unirse con él, no vaya a desmentirse con la unión".

"Que ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Que nunca se dirán injurias, porque las injurias entre los casados, deshonran al que las vierte, y prueban su falta de tino o de cordura en la elección, ni mucho menos se maltratarán de obra, porque es villano y cobarde abusar de la fuerza".

"Que ambos deben prepararse con el estudio y amistosa y mutua corrección de sus defectos, a la suprema magistratura de padres de familia, para que cuando lleguen a serlo, sus hijos encuentren en ellos buen ejemplo y una conducta digna de servirles de modelo".

"Que la doctrina que inspiren a estos tiernos y amados lazos de su afecto, hará su suerte próspera o adversa; y la felicidad o desventura de los hijos será la recompensa o el castigo, la ventura o la desdicha de los padres".

"Que la sociedad bendice, considera y alaba a los buenos padres, por el gran bien que le hacen dándoles buenos y cumplidos ciudadanos; y la misma censura y desprecia debidamente a los que, por abandono, por mal entendido cariño o por su mal ejemplo, corrompen el depósito sagrado que la naturaleza les confió, concediéndoles tales hijos".

"Y por último, que cuando la sociedad ve que tales personas no merecían ser elevadas a la dignidad de padres, sino que sólo debían haber vivido sujetas a tutela, como incapaces de conducirse dignamente, se duele de haber consagrado con su autoridad la unión de un hombre y una mujer que no han sabido ser libres y dirigirse por sí mismos hacia el bien".

Desde luego que los usos y costumbres han cambiado con el tiempo, "modernizándose" y simplificando la relación entre enamorados; lo que antes era representado por el matrimonio entre hombre y mujer, ahora incluye a otras relaciones de pareja, a las que habría que elaborarles una adaptación del texto tradicional, ¿o no?

Al amor lo ha sustituido el temor como instrumento de manipulación y de paso limitado el concepto de felicidad, llevándolo a la simple interpretación materialista, hasta confundir la diferenciada entre amar, el querer y/o desear.

Sin embargo, continuamos festejando el "Día del amor y la amistad" cada 14 de febrero, algo bueno, que sería mejor si lo honráramos todos los días del año, ¿no le parece?

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