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Apócrifos

Diálogo

YAMIL DARWICH

Los evangelios apócrifos son textos que fueron escritos por seguidores de Cristo; aquellos conocidos como Cristianos Primitivos, que alcanzaron a conocer historias casi de primera mano, quedando asentadas como tales, sin ser reconocidos como verdaderos por la Iglesia Cristiana.

Piense que aún no habían transcurrido cien años de la muerte de Jesús y ya, entre los seguidores del Cristianismo, existían más de 70 diferentes corrientes, todas enunciando lo ocurrido con la predicación y crucifixión del Dios, Hombre y Profeta, la mayoría dejando asentado por escrito -sus propios evangelios- la versión de la historia.

Cuenta la historia que en el Concilio de Nicea (325 d.C.), que fue convocado por el Emperador Constantino, durante el pontificado de San Silvestre, fue donde se unificó el criterio, al considerar como válidos y verdaderos sólo los cuatro evangelios que conocemos: el de Marcos, primero y más antiguo, el de Mateo, de Lucas y el de Juan. Por cierto, ahí nació como declaración contra el arrianismo, la oración "El Credo", que aún pronunciamos los católicos en las misas, declarando nuestras creencias.

La mayoría de los evangelios apócrifos fue escrita alrededor del siglo II, después de Cristo y todos fueron rechazados por tener enseñanzas y material contrario a la fe.

Ya se imaginará las diferencias entre unos y otros, de ahí la decisión tomada en Nicea, al considerar que los cuatro antes mencionados eran coincidentes entre sí y apegados a verdad.

Habrá que asentar que apócrifo no es sinónimo de falso, sino de algo oculto y para el caso de vida y obra de Jesús, no reconocido como verdad.

De cualquier forma, aún considerándolos erróneos o inexactos, son lectura interesante y de cultura general -no de catequesis Cristiana-, que deben hacer todos aquellos interesados en estudiar el tema religioso y la historia de las tribus judías, con los usos y costumbres de la época.

Ya en otros Diálogos, con motivo de la natalidad de Dios, hemos escrito y citado algunos de ellos; contienen historias maravillosas, que en el tema de Jesús bebé y/o infante, son cuentos deliciosos que dejan la enseñanza universal del amor.

Para los creyentes, existen narraciones que sí son aceptadas por la Iglesia Cristiana y que han quedado asentadas en la Biblia; de ellos, baste citar al apóstol Mateo (1, 18-24) que narra la concepción de Jesús y la duda que sembró el milagro en José.

Debió intervenir el Arcángel Gabriel para aclararle en sueños lo sucedido y decirle "no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la creatura que hay en el vientre de ella viene del Espíritu Santo..."

Fe y amor son dos palabras que generalmente son descriptivas de la acción y para el caso debemos mencionarlo. Piense en la respuesta que daríamos cualquier mundano ante tal hecho, sabiendo que no hubo coito.

Del nacimiento ya conoce sobradamente la historia y el hecho de tener que viajar José con María para censarse en Belén.

Desde luego que existe la coincidencia -¿o intención?- de sobreponer el día con el festejo romano del "Natalis Solis Invicti", que representaba la victoria de la luz sobre las tinieblas y los prolegómenos de un nuevo período de vida con llegada de la primavera, la siembra agrícola y todo lo que representa la reproducción biológica.

Jesús es Dios para los Cristianos, para los Islamitas un gran profeta y para los Judíos un predicador rebelde -aún esperan la llegada del Mesías-; las tres son religiones monoteístas que tienen mucho de sustento en las enseñanzas del Antiguo Testamento y las profecías de la llegada del redentor.

Jeremías es un buen ejemplo, quien predicó: "... Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que no se dirá vive el Señor que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países a donde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos".

Esa y otras muchas profecías quedaron asentadas en libros que finalmente fueron guardados en la Biblioteca de Alejandría, pero no sólo en la tradición cristiana se habla de un redentor, lo mismo sucede con el budismo que anhelan "la luz creadora", Buda, que retornará convertido como elefante blanco; otro caso, éste americano, es el de Quetzalcóatl, que era esperado por los indígenas y que fue, en buena parte, causa favorecedora de la Conquista de México.

Al final de todas las historias queda el mensaje de amor y paz; para nosotros representado con el niño en el pesebre -el arbolito decorado e iluminado y Santa Claus son cuentos paganos- que se encarnó en María y se hizo hombre para darnos un mensaje que nos animara a ser mejores; "sean buenos como mi padre es bueno".

Ojalá que este año sí hagamos caso y que el entusiasmo nos dure por muchos días. Felicidades.

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