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Equidad de Género. Incongruencia.

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- Tema difícil y controvertido el que me apetece tratar este jueves, aunque mi asesor secreto o sea mi ángel de la guarda me pide no hacerlo me resisto a escucharlo. Y aunque el sentido común me aconseja tratar temas amables con los que mis pocos lectores estén mayoritariamente de acuerdo, me niego a hacerlo.

Como el bañista que la piensa más de dos veces para tirarse al agua fría, yo en un acto de valor y sabedor de las terribles respuestas que tendrán en contra de mi personal punto de vista, he decidido tirarme a la piscina en irresponsable chapuzón.

SOPA.- El tema a tratar es ni más ni menos que el traído y llevado asunto de la equidad de género. Viene esto a colación con motivo de que algunas voces se han pronunciado en el Distrito Federal para demandar al Senado de la República, que en razón de la sustitución y nombramientos de algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se cumpla la fórmula de equidad de género dentro del alto tribunal. En pocas palabras: que la Suprema Corte sea integrada con la mitad de juristas hombres y la otra mitad por juristas mujeres.

Este tema ya es favorito, tan es así, que en materia legislativa la ley ya exige a los partidos políticos la equidad de género en la postulación de sus candidatos.

Visto de esta simple manera parecería que el planteamiento es justo y equitativo, pero para mí no lo es y por muchas razones.

PLATO FUERTE.- La equidad de género por sí no resuelve los problemas de nuestras instituciones. La implantación forzosa de la equidad de género barre y desconoce los valores más elementales del quehacer humano en el área laboral o desempeño de funciones públicas, tales como son la capacidad, la preparación, el conocimiento, la experiencia, la honestidad o el espíritu de servicio, entre otros muchos valores.

En la suprema Corte de Justicia de la Nación (y en cualquier institución privada, de gobierno, científica o de investigación, etcétera), lo que se necesita son a los mejores y en la Suprema Corte se necesita a los más preparados juristas, a los de más alta calidad, a los mejor calificados, a los mejores académicos, a los mejores conocedores del derecho, a los de acrisolada honradez y con el más alto espíritu de justicia. Sean éstos hombres o mujeres. No se puede ni se debe cubrir los cargos públicos atendiendo únicamente al sexo sin considerar todos los demás valores que demanda y exige una buena administración de justicia.

Se tienen que poner los mejores o las mejores sin atender a su sexo. Si entre todos los aspirantes las mejores son mujeres, pues que sean ellas quienes integren los órganos de gobierno, pero si no son las mejores no deberían ser contratadas. Igualmente tratándose de los hombres.

Las responsabilidades públicas no son meros casilleros a llenar con el simplista criterio de una mujer y un hombre, una mujer y un hombre. Las cosas no funcionan así. En las responsabilidades públicas así como en las privadas deberán estar los mejores o las mejores sin consideración de su sexo.

¿Como la verían ustedes si la Ley Federal del Trabajo exigiera a las empresas la contratación de su personal atendiendo única y exclusivamente a la equidad de género pasando por sobre la capacidad, experiencia y estudios de los aspirantes a un puesto laboral?

Que terrible incongruencia hubiera sido si en el laboratorio de la aceleración de la materia para encontrar la llamada "Partícula de Dios" se hubiese aplicado a rajatabla la equidad de género.

Si la igualdad o equidad de género se hubiere impuesto en la NASA, en los grandes laboratorios de investigación científica, en las farmacéuticas, en el proyecto para llegar al planeta Marte o en los institutos de investigación para la cura del cáncer, seguramente habrían fracasado. En esas entidades trabajan única y exclusivamente los mejores sean éstos hombres o sean mujeres, pero los mejores sin importar el sexo.

POSTRE.- México necesita a sus mejores personajes, usen pantaletas o bóxer. Por decreto no se pueden igualar los géneros además sería inmoral e injusto.

DIGESTIVO.- La capacidad de un ser humano se mide por su cerebro, no por la testosterona o estrógeno que circulan en su sangre. La capacidad y preparación deberán ser los únicos criterios para dar un cargo público, no el sexo.

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