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Mediocridad legislativa

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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

A decir de Milton Friedman, "No hay tal cosa como un almuerzo gratis". Dicho en otras palabras, todo en esta vida tiene un costo. Un costo de oportunidad. Aunque lo "gratis" satisface nuestra psicología, en realidad siempre está asociado a un costo económico, porque de una u otra manera alguien tiene que pagar.

En los últimos días surgió una polémica por otra iniciativa en el Congreso de Coahuila. Esta vez asociada al cobro en los estacionamientos comerciales. Los diputados locales Luis Gurza y Shamir Fernández propusieron reformas a la Ley de asentamientos humanos y desarrollo urbano en Coahuila, con la finalidad de que los estacionamientos en centros comerciales sean gratuitos. En principio la propuesta es bien recibida, sobre todo por aquellos que usan automóviles y les resulta molesto pagar por estacionarse cada vez que van a ciertos centros comerciales. Sin duda, la iniciativa genera tal beneplácito entre los automovilistas, que hasta elogios recibieron los diputados: "Por fin trabajan por los ciudadanos"; "Hasta que hicieron algo bueno".

Pero, ¿cuál sería el impacto urbano de prosperar la iniciativa, y sobre todo, cuál es la viabilidad? Por lo general, a los políticos no les interesa la mejor opción, ni la más eficiente, ni la solución técnica más viable, sino el número de votos y aplausos ante la opinión pública.

"Estacionamientos gratis". A primera vista la iniciativa parece positiva, pero paradójicamente, los efectos de este tipo de políticas, terminan con efectos negativos para las ciudades. En nuestro país el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (por sus siglas en inglés, ITDP), ha hecho estudios serios y bien fundamentados sobre el impacto de los estacionamientos en las ciudades. Menciono algunas consecuencias negativas para las ciudades: detrimento del espacio público; encarecimiento de la vivienda; menor densidad urbana (vea cómo hay más espacio para los automóviles, que para las personas en tantas ciudades mexicanas); más autos, más tráfico y por lo tanto, menos ciudad.

Quizá sea mucho pedir a nuestros legisladores locales que lean los puntuales estudios del ITDP como la Guía práctica: Estacionamiento y políticas de reducción de congestión en América Latina (2013); o Más cajones, menos ciudad (2014). Mientras la tendencia internacional en ciudades como Londres, Chicago, Copenhague, Portland, Nueva York, por mencionar algunas, es regular el automóvil para tratar de disminuir los efectos negativos. Con una supuesta ley como la de Coahuila, no sólo estaríamos incentivando el automóvil, sino multiplicando los cajones para estacionamiento. ¡Horror urbano! El prestigioso político y urbanista Enrique Peñalosa ha insistido en que el estacionamiento no es un derecho constitucional. ¿En verdad queremos derechos para el auto como derechos humanos, derecho a la educación, o derecho al agua? ¡Cuán extraviada está nuestra política!

La iniciativa que proponen los diputados Gurza y Fernández para "beneficiar" a los ciudadanos, en realidad estaría trasladando costos negativos a la parte de la ciudad que no se transporta en vehículo. Si esos diputados en verdad quisieran beneficiar a los coahuilenses, tendrían entonces que llamar a cuentas a los responsables de la deuda por más de 35 mil millones de pesos. ¡Corrupción mayúscula! Entonces sí, nos ahorrarían a cada coahuilense pagar más de 12 mil pesos por el impune robo de recursos públicos durante el gobierno de Moreira I. Pero claro, es más fácil inventarse una propuesta sobre estacionamientos que "ahorra" 10 o 20 pesos, que comprometerse a esclarecer el atraco de miles de millones de pesos. Cuidamos los pesos y perdemos los millones.

En su momento, el gobierno del Distrito Federal quiso obligar a los comercios a no cobrar las primeras dos horas, pero a fin de cuentas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, declaró inconstitucional esa ley. Empresas como Cimaco o Galerías, que cobran por el uso de sus estacionamientos, pueden recurrir a esa jurisprudencia para echar abajo la ley en caso de aprobarse. No obstante, abunda la mediocridad legislativa que busca atender más la publicidad, que la seriedad en las propuestas.

Pero vuelvo al punto: incentivar el uso del automóvil a través de políticas como quitar el cobro en estacionamientos comerciales, termina por transferir los costos asociados al uso del auto, al desarrollo urbano y a la población que no maneja. No hay tal cosa como un estacionamiento gratis.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros.

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