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Vuelven los superhéroes

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

La sacudida que dio el presidente Peña Nieto a su gabinete motivó infinidad de comentarios, la gran mayoría enfocados a destacar la llegada de nuevas figuras a la carrera presidencial de 2018.

Sin embargo, nada o muy poco se dijo sobre la importancia real de estos nombramientos, es decir si los nuevos funcionarios cuentan con la capacidad y el perfil necesario para ocupar roles de tal envergadura.

En otros países la designación de ministros o secretarios del gabinete amerita la aprobación del poder legislativo, sin embargo en México el presidencialismo mantiene el poder inobjetable de nombrar a sus colaboradores -salvo el Procurador General-- sin importar que sean sus cuates, parientes o recomendados.

Hagamos un análisis con los principales encumbrados y ya usted dirá si esta sacudida -o mejor dicho este reacomodo de carteras--, será para mejorar o empeorar la situación de México.

José Antonio Meade Kuribreña, abogado y economista con un posgrado en la Universidad de Yale, llega a sus 46 años de edad a dirigir la cuarta secretaría de estado en menos de cinco años.

Fue secretario de Energía con Felipe Calderón de enero a septiembre de 2011 y de ahí saltó a la Secretaría de Hacienda en donde concluyó su período al terminar el régimen panista.

Unas horas más tarde, el primero de diciembre de 2012, regresó al gabinete con Enrique Peña Nieto al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores y casi tres años después brinca a la Secretaría de Desarrollo Social.

Meade realizó una brillante carrera en Hacienda en donde su llegada al cargo de ministro fue justificada. Sin embargo ser designado canciller y ahora titular de Sedesol resulta inexplicable y de ahí el magro papel que realizó al frente de Relaciones Exteriores.

Durante su gestión las relaciones con nuestro primer socio Estados Unidos se deterioraron seriamente al grado de mantener acéfala la embajada de México en Washington durante seis meses. ¿Qué podremos esperar ahora de Meade al frente de Sedesol?

Claudia Ruiz Massieu Salinas llega a sus 43 años de edad a encabezar la segunda secretaría de Estado en menos de tres años. Es abogada, política y anteriormente diputada federal, intentó sin éxito llegar al Senado de la República.

Es una mujer seria y dedicada, pero al igual que Meade su arribo a la secretaría de Turismo no tuvo justificación, salvo el hecho de estar relacionada con el estado de Guerrero y el puerto de Acapulco.

Ser hija de José Francisco Ruiz Massieu, asesinado en 1994, y sobrina del expresidente Carlos Salinas, pesó más que su preparación y trayectoria pública. Ahora llega a la secretaría de Relaciones Exteriores sin ningún antecedente ni experiencia en diplomacia y servicio exterior.

¿Cree usted que sabrá enfrentar la complicada relación con el vecino del norte y hacer valer la voz de México en asuntos diplomáticos clave relacionados con Cuba, Venezuela, Centroamérica, China y Europa?

El tercero en la lista se llama Enrique de la Madrid Cordero, hijo del expresidente Miguel de la Madrid y quien a sus 52 años ha desarrollado una carrera política destacada como diputado federal y como director general de Financiera Rural, en el gobierno de Felipe Calderón.

Su perfil es de un político con especialidad en las finanzas públicas, al igual que Claudia Ruiz Massieu no tiene experiencia en turismo en donde se requiere un promotor y mercadólogo ligado al sector.

Finalmente el caso más patético lleva el nombre de Aurelio Nuño Mayer, quien a sus 37 años de edad fue nombrado titular de la Secretaría de Educación, la dependencia con el mayor presupuesto, personal y con las más compleja problemática.

La única experiencia clave de Nuño en el gobierno fue la jefatura de Oficina de la Presidencia de la República, un cargo importante, pero de segundo nivel. Nunca ha sido legislador ni tampoco delegado, director o subsecretario de Educación, y de un día para otro se convertirá en el principal ejecutor de la Reforma Educativa, supuestamente la más importante del régimen.

Estos nombramientos hacen recordar al priismo del pasado cuando una camarilla manejaba el país y cuyos integrantes se intercambiaban los cargos como si fueran superhéroes capaces de enfrentar cualesquier adversidad.

Pero así le fue al gobierno y al país, esperamos que la historia no se repita.

 APUNTE FINAL

¿Otra secretaría de estado en México? ¿No será más conveniente dejar la cultura en manos de los estados, fundaciones, sector privado y ciudadanos en lugar de centralizarla?

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