El Acueducto del Padre Tembleque tiene más de 400 años de antigüedad, es la obra de ingeniería hidráulica más importante construida durante el virreinato de la Nueva España, hoy México. (Agencias)
En medio del árido paisaje, es fácil identificar el Acueducto del Padre Tembleque e inevitable asombrarse ante su magnitud. Sus inmensos arcos de roca basáltica, construidos en el Siglo XVI, se alzan en una línea recta que parece infinita, rodeada de cactáceas y caminos terregosos. De repente, se mimetiza con el entorno en una paleta de tonos ocre.
Pocos sabían de la existencia de la maravilla que comparten Hidalgo y el Estado de México, hasta que en julio pasado, la UNESCO la incluyó en lista del Patrimonio Mundial.
La parte más fotogénica del acueducto es la Arquería Monumental (de unos 900 metros de largo). Es decir, la vista no abarca ni uno de los 48 kilómetros que mide en su totalidad la colosal construcción de la época virreinal.
Lo mejor del Acueducto del Padre Tembleque está justo donde los estados se encuentran. Ambos ofrecen experiencias únicas que podemos incluir en una ruta por estos lares.
Ruta de Patrimonios
Para llegar a la Arquería Monumental desde el DF, basta con tomar la carretera 132, hacia Tuxpan, y desviarse en Santiago Tepeyahualco, Hidalgo, población muy cercana al monumento. Antes de llegar a ese punto, sobre esa misma carretera, a 35 minutos, se encuentra Teotihuacán, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987.
¿Por qué no hacer una visita a la zona arqueológica, después de un vuelo en globo?
Por las condiciones climatológicas, el vuelo debe comenzar a más tardar a las 6:30 de la mañana. El globo asciende y se mueve dependiendo de la dirección del viento.
Se puede ver la Pirámide de la Luna al nivel, y después un poco más abajo. Cada vez se ve más pequeña. Aun arriba, la Pirámide del Sol, justo en frente, luce inalcanzable.
El vuelo puede durar de 45 a 60 minutos. Pasado ese tiempo, llega la hora de descender. Ya en tierra, me espera un desayuno suculento, un certificado de vuelo y un brindis con vino espumoso para celebrar el viaje, como marca la tradición de esta actividad en cada rincón del mundo.
Pero hay otra actividad en las alturas. Se llama Dinner in the sky y se encuentra junto al globopuerto, a 600 metros de la zona arqueológica. Consiste en un desayuno de tres tiempos a 45 metros de altura, sobre una plataforma que cuelga de una grúa. No hay que temer, los comensales están asegurados con un arnés. Por cierto, el diseño de los asientos es el mismo que usan los autos de la Fórmula 1. La vista no podría ser mejor: una panorámica de los templos escalonados de Teotihuacán.
Ahora sí, tomamos rumbo al Acueducto del Padre Tembleque. La estructura cuenta con seis arquerías, además de cajas de agua, ductos subterráneos y un sistema hidráulico que aún podría distribuir agua libre de impurezas.
La Arquería Monumental es la sección más conocida por su gran tamaño, el valor estético de sus arcos de estilo romano, la limpieza de sus trazos y el buen estado de conservación de la piedra con que se construyó.
A 460 años de su edificación, la obra puede ser visitada en su totalidad, a excepción de las secciones que funcionan bajo tierra, para darse una mejor idea de su extraordinaria construcción e importancia cultural.
Significa la unión de dos culturas, pues el uso de materiales orgánicos y técnicas de construcción fue hecha por manos indígenas, mientras que la ingeniería es de origen europeo.
Hidalgo, haciendas en bicicleta
En Zempoala, se pueden hacer tours en bici. El punto de partida es la Ex Hacienda Venta de Cruz, en el Estado de México, muy cerca del límite con Hidalgo. Una vez con el equipo puesto, se inicia el recorrido guiado.
La primera parada es, precisamente, la Arquería Monumental. Esta vez, la rodada tiene la intención de recorrer los 66 arcos, para admirar la amplitud de cada uno de ellos y, a manera de juego, calcular la altura. Debajo de uno de los arcos, cerca del centro de la Arquería, hay una vía de tren. Justo en el centro, pasa el río Papalote.
La arquería es el emblema de una de las construcciones más importantes del Virreinato, debido a su funcionalidad, innovación y sentido del bien común. La iniciativa fue del Padre Francisco de Tembleque, cuya intención era llevar agua a las comunidades de Otumba y Zempoala.
Después de dejar atrás el tramo del acueducto, el paseo continúa hacia la Hacienda Los Arcos. La propiedad se dedicaba a la producción de pulque, al igual que muchas otras en Hidalgo. Su origen se remonta a los Siglos XVIII y XIX.
Acompañados por el guía, se visita un tlachiquero, el hombre que extrae el aguamiel del maguey, quien explica los procesos para fabricar el pulque. La última parada del día es en la Hacienda San Antonio Tochatlaco, para conocer su interior y dormir ahí mismo.
Al día siguiente, entre caminos de terracería, se recorren cuatro coloridas haciendas más: la Hacienda Tecajete, cerca del nacimiento del acueducto, además de Pueblilla, San José y Zempoala.
El fin del recorrido llega nuevamente en Venta de Cruz, donde se visita la hacienda por dentro y una antigua tienda de raya. Luego de ver parte del asombroso Patrimonio de la Humanidad y admirar las haciendas, el guía pide tener siempre presente el turismo responsable, aquél que pretende admirar, pero nunca destruir del todo.
