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Mala relación

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Es conocida la animadversión que se tienen los gobiernos de Coahuila y Durango, y justo esta semana que está por concluir se ha vivido un capítulo más de esa historia que tiene casi una década desde que inició cuando los protagonistas fueron los exgobernadores Ismael Hernández Deras y el profesor Humberto Moreira Valdés.

Al inicio quizá fue un tema de personalidades. Humberto era agradable, popular y líder del pueblo, pero como vecino, tenía que negociar de igual a igual con su par, el entonces gobernador de Durango, hoy senador Hernández, quien tiene también una personalidad que contiene un tufillo de arrogancia. Nació la antipatía.

Si de por sí no existió química entre los anteriores gobernadores, el motivo que obligaba su convivencia hacía todavía más difícil las relaciones: la coordinación que tenían que tener ambos gobiernos por la zona metropolitana de La Laguna, que comprende una región ubicada en ambos estados. Ni Humberto Moreira ni Ismael Hernández, siguiendo una tradición añeja, sentían afecto alguno por la Comarca Lagunera. Más aún, Humberto reconocía en corto que La Laguna debería ser un estado independiente. Ismael sencillamente dio migajas en su administración a Lerdo y Gómez Palacio, y se limitó a minar el grupo político de don Carlos Herrera propulsando la carrera de Ricardo Rebollo a la alcaldía gomezpalatina, quien encabezó una opción distinta a la que lidera el empresario lechero.

Las fricciones continuaron en los meses siguientes, pero éstas se agudizaron cuando la violencia del crimen organizado se disparó, producto de muchos factores, entre ellos la postura del gobierno federal del recién llegado presidente de México Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, quien le declaró la guerra al narco particularmente.

La Laguna, que por décadas había vivido en paz, de pronto se convirtió en botín de guerra de grupos antagónicos de narcotraficantes. Por un bando se situaban los que ya tenían años en la plaza, y el otro era nada menos que el cártel de Los Zetas, originarios del estado de Tamaulipas y que debido a su éxito comenzaron a expandirse a través de distintas latitudes del territorio nacional. Nuevo León, vecino próximo al oeste de su tierra original fue un camino natural. En esa misma ruta estaba Coahuila, que rápido fue conquistada. El problema fue en La Laguna, que por ser parte del territorio de dos estados, se convirtió en un escenario de extrema violencia por aquella lucha que se declararon sin cuartel los grupos antagónicos. Obviamente eso complicó más las relaciones entre Durango y Coahuila; mejor dicho: entre los gobiernos de estos estados.

Un episodio más en la antipatía que se tenían Ismael y Humberto fue en sus pretensiones políticas de alcance nacional. Sirva recordar que al profe antes nadie lo detenía, era una aplanadora en términos electorales y desde entonces el PAN fue casi eliminado en territorio coahuilense en lo que a elecciones locales se refiere. Así pues, el salto para alcanzar la presidencia nacional del PRI estaba casi aterciopelado, pero rumores de aquel entonces decían que Ismael Hernández también pretendía esa silla, por lo que la fricción creció.

Humberto Moreira se convirtió en presidente nacional de su partido y dejó la gubernatura un año antes de que concluyera su mandato. Lo demás es de todos conocido: la megadeuda que hoy estrangula a Coahuila.

En tanto, vale recordar que el final del gobierno de Hernández Deras tuvo hechos abominables como lo fueron el descubrimiento de fosas clandestinas en la capital del estado donde se encontraron centenares de cadáveres víctimas de la guerra del narco, pero lo peor fue que saliera a la luz pública que los viles asesinos de los parroquianos de los bares El Ferry y Las Juanas, así como de la Quinta Italia, eran reclusos del Cereso de Gómez Palacio, que en complicidad con las autoridades del penal, salían en las noches a perpetrar aquellos actos monstruosos.

Con todos estos antecedentes, era lógico que Rubén Moreira y Jorge Herrera, no tuvieran buenas migas. Es recurrente que en temas de seguridad -que hay que decir que gran parte se ha recuperado- los dos gobiernos se responsabilicen uno al otro por omisiones o comisiones que se hacen de los dos lados del río Nazas.

Ahora la confrontación verbal fue por la ley antitaurina aprobada en Coahuila. Rubén, iracundo como en ocasiones reacciona, envió duro mensaje al gobierno de Durango al ver que el segundo seguirá permitiendo las corridas de toros. El exabrupto a todas luces es sobredimensionado, pero cuando uno reciba la mala relación, entonces se vuelve comprensible.

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