EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

De imposturas e impostores

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Con frecuencia vemos imposturas e impostores. Algunos, en su decidida carrera, han encontrado cierta celebridad y hasta reconocimiento. Pero lejos de resultar ajeno a la comunidad, el impostor resurge siempre, encuentra lugar en grupos, en asociaciones, en clubes. Ahora se les dice "seguidores". La Bruyère, quien nos dejó Los caracteres, lo sabía muy bien. A veces pensamos en los males de la política, pero el género de la impostura permea por todos lados: la academia, el deporte, la religión, el activismo social. Por donde sea, nunca faltará el impostor. Hace algunos años, dos profesores de física, Alan Sokal y Jean Bricmont, partieron de una broma para exhibir las "imposturas intelectuales" de ciertos lenguajes de la ciencia. En la presentación de aquél experimento, recordarían que "la reacción fue una mezcla de hilaridad y consternación. Apenas podían creer que alguien (y mucho menos intelectuales de prestigio) pudiese escribir sandeces semejantes".

Recientemente, un grupo de escritores y académicos de diversas instituciones, se pronunciaron por ejercer en México prácticas éticas, ante una serie de notables plagios cometidos por miembros del Conacyt. Como verán, la política no tiene la exclusividad de la impostura.

Hay impostores que toman el discurso como si fuera un monopolio. Por ejemplo, el monopolio del discurso ecológico. De esa manera se presentan como autoridad, como expertos en todo. No importa que no lo sean; lo que cuenta es la insistencia del yo. De esa manera, el impostor se erige superior moralmente, y por lo mismo, no permite cuestionamientos, críticas, y ni siquiera una simple duda. Para el caso, lo que vale es su palabra, no los datos duros, y mucho menos la evidencia para verificar las afirmaciones. En contraparte, hay una pérdida notable en el periodismo nacional, tan propenso a la repetición de boletines. A la transcripción acrítica de las declaraciones. Si el impostor encuentra lugar ahí, es por la ausencia de crítica, de una mínima verificación. Pero someter las declaraciones a evidencia exige esfuerzo y pensamiento. Es más fácil reproducir. Visto así, las páginas se llenan de declaraciones: Dijo, afirmó, negó. Nada más.

Pero regresemos al impostor. Escondido bajo el argumento de autoridad (porque lo digo yo), desacredita a quienes lo cuestionan, insulta, minimiza, propaga maledicencias. Cuando el cuestionamiento sube de tono, la impostura siguiente, es hacerse la víctima. Estás conmigo, o estás contra mi. Bajo la sombra de víctima, busca conmover, se dice amenazado, pero sobre todo, busca ocultar las imposturas. Así, es muy común que hable de transparencia y rendición de cuentas porque suena correcto, aunque las cuentas no salgan. En su desesperación, el impostor busca desviar la atención y no duda en recurrir a lugares comunes. Se dice víctima de un "compló". No es casual que el impostor pase de la bravuconería, a casi ocultarse.

En su estudio ya clásico sobre la cultura cívica, Robert Putnam también advirtió acerca del lado oscuro de la participación: asociaciones que funcionan como mafias. Grupos que se apoderan de la palabra, las causas y los recursos públicos. Se presentan como los únicos en la materia, y no soportan la competencia. Ante la pluralidad, el impostor busca a todo costa figurar, no tolera compartir el reconocimiento. Sabe que vive de las apariencias y en consecuencia, las alimenta constantemente. No nos extrañe que ahí donde el impostor defiende la transparencia, oculta asimismo su casa. A final, el impostor puede engañar a algunos por un tiempo, pero no a todos, todo el tiempo.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1144030

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx