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Desencanto de la democracia

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Vivimos un desencanto con la democracia, un malestar latente de nuestra vida pública. El ambiente parece sombrío, aciago. No termina una y ya empieza otra. Cuando aparentemente se logró un acuerdo nacional, éste se desfiguró rápidamente por la sombra de la corrupción y la inoperancia gubernamental. Como si el desprestigio no fuera suficiente, se acumularon más escándalos para comprobar que lo importante es el poder, no la confianza y la eficiencia del gobierno. Cuando más debía fortalecerse, más se alimentó la desconfianza; el descrédito. De pronto la política echó más leña al fuego. Ante esa percepción, predomina el rechazo, y en el mejor de los casos, la indiferencia. Ese es el ambiente que se respira en medio de unas abúlicas elecciones para renovar la Cámara de Diputados. La palabra en sí ya tiene una connotación negativa. Recientemente, el Diagnóstico sobre el Parlamento Abierto en México (2015), verificó las razones de la mala imagen: parlamentos opacos y poco dispuestos a la rendición de cuentas. Pero ¿qué tanto nos sentimos los ciudadanos representados por los legisladores?, 7 de cada 10 personas en el país, no se sienten representadas por los legisladores. En esas condiciones llegamos las elecciones, que serán históricas no por el desdén de los ciudadanos, sino por retomar la posibilidad de reelección en la nueva legislatura.

Para muchos no hay razones para salir a votar. Prefieren el desprecio, al fin "todos son iguales", pero lo preocupante del momento no es sólo la participación de los ciudadanos, sino el desprestigio de la democracia ante gobiernos que se esmeran por que así sea. Entre acusaciones y críticas, el PAN le apuesta a la desatinos del gobierno priista, e incluso, hasta señala la corrupción, pero no hizo nada con la propia. En el pasado reciente el PAN hizo un gobierno mediocre y comodino con el status quo, léase la corrupción. El PRI se defiende con el INE, para cortar los spots "calumniosos". El PRD, que también tiene sus helicópteros, busca diputaciones, pero dista mucho de ser una oposición. Entonces ¿dónde quedó la oposición? En una democracia funcional, los partidos son vigilantes del poder y también forman parte de un sistema de pesos y contrapesos. Si revisamos la historia reciente de la transición a la democracia, encontramos momentos luminosos y aportaciones fundamentales de la oposición. En protesta por la ausencia de democracia, la oposición no participó en las elecciones de 1976, de tal forma que José López Portillo compitió contra sí mismo. En consecuencia, el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles promovió una reforma electoral que a la postre fue clave para entender la transición a la democracia. En esa trayectoria el PAN fue oposición leal, y llegado el momento, empujó cambios fundamentales para la democracia como un instituto electoral autónomo, además de la credencial para votar. Tras la derrota en las elecciones de 1988, las agrupaciones del izquierda del Frente Democrático Nacional darían origen al PRD, que durante la década de 1990, hizo oposición y democracia, de tal forma, que para 1997, se rompió el monopolio del PRI en el Congreso. La tendencia en 2000 condujo a la pérdida de la presidencia por parte del PRI.

A lo largo de tres décadas, la oposición, ya fuera el PAN o el PRD fueron contrapeso del poder e indudablemente aportaron a la democracia mexicana. ¿Qué pasó después? El PAN fue un fracaso en el poder durante los 12 años de la presidencia. No pudo ni quiso cambiar lo que había que cambiar. Después del regreso del PRI a la presidencia con Enrique Peña Nieto en el año 2012, la oposición se ha desvanecido. Un PAN acomodado en el Congreso y en algunas gubernaturas, pero carente del espíritu combativo que lo caracterizó en el pasado. Hoy es una caricatura de su historia. El PRD está pulverizado por sus propios miembros. Luego de llegar a ser la segunda fuerza política en el país, también renunció a la oposición, para establecerse cómodamente en los beneficios del poder. Sin oposición a favor de la democracia, no sólo tenemos un gobierno dominado por la corrupción, sino una oposición que también se alinea contra la sociedad. En momentos donde parece no haber alternativa, diversos grupos ciudadanos en el país han demostrado capacidad crítica y también propuestas. Si en el pasado reciente la oposición aportó a la democracia, hoy ese papel, comienza a asumirlo paulatinamente los ciudadanos, sin embargo todavía hay muchos candados y trabas para los ciudadanos. Ante la corrupción y la mediocridad de los partidos, estamos en un desencanto de la democracia. Un mal escenario nos acerca a la degradación venezolana. Hago votos porque así no sea.

Nos vemos en Twitter, @uncuadros.

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