Las miradas atónitas se clavan en Jesús, crucificado, con la corona de espinas, las rodillas rojas, la espalda flagelada y su cuerpo envuelto en una túnica blanca. La muchedumbre observa en silencio la muerte del Hijo de Dios.
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Las miradas atónitas se clavan en Jesús, crucificado, con la corona de espinas, las rodillas rojas, la espalda flagelada y su cuerpo envuelto en una túnica blanca. La muchedumbre observa en silencio la muerte del Hijo de Dios.
Las miradas atónitas se clavan en Jesús, crucificado, con la corona de espinas, las rodillas rojas, la espalda flagelada y su cuerpo envuelto en una túnica blanca. La muchedumbre observa en silencio la muerte del Hijo de Dios.Foto: EL SIGLO DE TORREÓN
20 DE MARZO DE 2005