Al terminar no hubo aplausos pero sí el grito ensordecedor de “¡inocente! ¡inocente!”, el cual provocó que de sus grandes y brillantes ojos brotaran las lágrimas.
Al terminar no hubo aplausos pero sí el grito ensordecedor de “¡inocente! ¡inocente!”, el cual provocó que de sus grandes y brillantes ojos brotaran las lágrimas.Fotos:El Siglo de Torreón 06 de marzo 2005
publicada el 06 de marzo de 2005