El panteón de Oriente abrió sus puertas a las siete de la mañana y las dejaría abiertas 36 horas continuas para darle cabida a los que deseen visitar a sus familiares ya oscureciendo o a los que quieran quedarse a acompañar a su ser querido toda la noche.
Mientras un grupo tocaba y cantaba "cariño que Dios me ha dado para quererlo" a unos pasos unos niños jugaban entre las sepulturas y algunas mujeres preparaban lo que habían llevado para desayunar; en otro lado una pareja limpiaba la tumba de su ser querido y no muy lejos de ahí una familia rezaba el Santo Rosario con fervor.
Autor: OSVALDO RODRÍGUEZ, publicada el 03 de noviembre de 2017