La noche se hizo vieja y las dos horas de concierto se fueron entre notas y los residuos de una luna que presumió ser la más bonita, acompañaron al público que se dio cita.El sabor cubano, la música cubana, el sonido de las claves, los bongós, el son, el piano, el acento cubano, Pablo y Pancho, la conjunción de todos esos elementos hicieron del Centro Histórico de Durango un pedazo de La Habana.
Autor: LEÓN CARMELO ALVARADO, publicada el 15 de octubre de 2017