En algunos lugares, la picaresca llegó al punto de venderse a la entrada de los templos el agua bendita a precio de refrescos y no fueron pocos quienes pagaron para eludir el sacrificio 'obligado' de aguantar turno a la intemperie.
En algunos lugares, la picaresca llegó al punto de venderse a la entrada de los templos el agua bendita a precio de refrescos y no fueron pocos quienes pagaron para eludir el sacrificio "obligado" de aguantar turno a la intemperie.Foto: AP, EFE, Reuters 19 de enero de 2004.
publicada el 19 de enero de 2004