El marakame Julián Carrillo observa el paisaje de Torreón desde lo alto del cerro de las Noas. En sus ropas de lana sobresalen bordados azules hechos a mano, mientras el viento agita las plumas de su sombrero y también hace sonar las semillas que cuelgan del ala. Originario de San Andrés Cohamiata, una comunidad ubicada en el municipio jalisciense de Mezquitic, Carrillo lidera a un grupo de 18 artesanos wixárikas que llegaron a Torreón para trabajar en la escultura monumental del Centro Ceremonial Kauyumari, proyecto que tendrá la forma de una venada azul y es impulsado por la artista lagunera Leyla Brashka. Mientras cae la tarde, otros dos jóvenes wixárikas, José y Benita, dan una demostración de su trabajo en el tercer nivel de Puerto Noas. Con cuidado y precisión, colocan cuentas de chaquira sobre la superficie de una pieza metálica; crean cosmovisiones, mosaicos llenos de colores y de símbolos huicholes como el peyote (híkuri) o el venado azul (kauyumari). Se trata de un saber antiguo, una herencia que pasa de generación en generación. Todos en San Andrés Cohamiata son artesanos, asegura el marakame Julián Carrillo










