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El sombrero jipi

En la comunidad de Calkiní,mujeres mayas se dedicana la elaboración de este artículo

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SANTA CRUZ EX HACIENDA, CAMP.- Lo primero que se observa al llegar a Santa Cruz Ex Hacienda son sus parcelas de guano, sus casas con techo de palma y las cuevas donde familias enteras elaboran sombreros de jipi.

Guano es la palma que sirve a los habitantes de esta localidad para techar sus viviendas y de la que extraen la fina fibra con la que producen los afamados sombreros de jipi, que se caracterizan por su gran flexibilidad.

Debido a su alta producción de guano, Santa Cruz Ex Hacienda, pequeño poblado maya perteneciente al municipio de Calkiní, colindante con el estado de Yucatán, se ha convertido en los últimos años en un centro surtidor de sombreros, que incluso son adquiridos por consumidores de la vecina localidad de Bécal, considerada la capital maya del sombrero de jipi.

En ello han contribuido en gran medida sus mujeres, quienes desde el alba hasta que empieza a pardear la tarde, se adentran en húmedas cuevas para elaborar un promedio de dos sombreros por semana, o uno, en el caso de los más finos que llevan fibra más delgada.

Una de estas mujeres es Leydi María Ek Pech, integrante de la Asociación Artesanal Lool Jipi (Flor de Jipi), que recientemente recibió la colaboración del Programa de Apoyo a la Cultura Municipal y Comunitaria (PACMyC) para incrementar su producción. Sentada sobre una roca, la señora Ek, platica, ríe y teje la palma junto a sus compañeras, dedicadas al cien por ciento a esta actividad.

?Este es nuestro trabajo, de esto nos mantenemos. Trabajamos hombres, mujeres y niños; los infantes desde que tienen ocho o diez años de edad ya pueden trabajar; yo aprendí a los once años. Conmigo trabajan mi cuñada y mi suegra. Los hombres se van al campo y cuando regresan ayudan un poco también?, dice mientras revolotean en el interior de la cueva unos murciélagos.

La mayoría de estas cuevas fueron realizadas cuando se extrajo piedra caliza para construir distintas obras en la población. Cada familia tiene en el interior de su patio una. Otras se encuentran al ras de la calle, a la entrada de sus viviendas. En las cuevas pasan estas mujeres de diez a doce horas tejiendo la palma.

?Aquí es donde se suaviza el guano. Cuando está tieso no es manejable, se quiebra, por eso necesitamos trabajar en la cueva. Se necesita la humedad para que se pueda manejar. Primero cortamos el guano, luego lo rayamos, esto es, le quitamos las orillas, porque al trabajarlo se endurece y nos podemos pinchar??.

Ya que está rayado el guano se hierve con azufre una hora y media para que se ponga blanco, luego lo ponemos a secar al Sol sobre una soga. Ahí el guano se enrolla a lo largo y queda listo para tejerlo?, explica la mujer sin levantar la mirada, atenta a sus manos que hábilmente van dando forma al sombrero.

Para dar la forma de la cabeza al sombrero, las artesanas utilizan unos moldes de madera, y para conseguir una fina textura, bruñen la pieza con la parte más lisa de una concha de caracol del mar. Pese a que hace falta el acabado, que se realiza en una prensa especial, el sombrero luce bien. ?Así los vendemos, sin acabar. A veces vienen de Bécal a comprar, sobre todo en la época de calor, que es cuando más se vende. Durante septiembre y octubre baja la venta debido a las lluvias, y nosotras no podemos trabajar todo el día porque el agua inunda la cueva?, dice la señora Ek.

Doña Socorro Naal Chi, presidenta de la Asociación Lool Jipi es la encargada de comercializar la producción de las diez integrantes del grupo. La ganancia es mínima si se toma en cuenta que la pieza de guano con que se hace un sombrero cuesta doce pesos y éste se vende a un precio que va de 45 a cincuenta pesos. Los intermediarios, que por lo general poseen planchadora para dar el acabado, los venden posteriormente en más de 120 pesos y en los casos de exportación, su valor aumenta al equivalente de 40 ó 50 dólares.

Recientemente, los artesanos de Santa Cruz Ex Hacienda cooperaron para adquirir una planchadora de sombreros que estará al servicio de la comunidad. De esta forma, esperan mejorar sus ingresos al vender el sombrero acabado directamente a las tiendas.

Los orígenes

Está documentado que fue en Ecuador, y no en Panamá, como suele creerse, donde se originaron estos sombreros que toman el nombre de jipi, de la ciudad ecuatoriana Jipijapa. Pero se le empezó a llamar sombrero Panamá porque era parte del atuendo que usaban los trabajadores que construyeron el canal interoceánico de Panamá a principios del siglo pasado.

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