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Ni los achaques la enferman tanto/ Un verdadero calvario asistir a consulta en el IMSS

CRISTAL BARRIENTOS

Doña Martha Guadalupe Espinoza es atendida con indiferencia por su médico quien apenas la voltea a ver.

TORREÓN, COAH.- A doña Martha Guadalupe Espinoza se le atoran las palabras en la garganta por el coraje, pero no se doblega. A pesar de todas sus enfermedades aún tiene fuerzas para denunciar la prepotencia y la indiferencia del personal médico del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Doña Martha habla como gritando, a sus 68 años padece de todo un poco: del corazón, angina de pecho, hipertensión, diabetes, de la columna y hasta de una tifoidea. Por eso por lo menos una vez al mes debe acudir al Seguro Social para atenderse de sus males.

Ni sus achaques, dice, la enferman tanto como el trato prepotente y la indiferencia de su doctor. Cada vez que entra al consultorio apenas si la voltea a ver y según él la revisa, pero ni siquiera le toma la muñeca para medirle la presión.

El calvario de doña Martha comenzó cuando su doctor fue trasladado a otro hospital. Hasta hace un año asistía al consultorio diez ubicado en el nivel tres del Seguro Social y desde entonces es atendida por un médico distinto.

?Uno me dice que me tome unas pastillas, otro que camine y otro que descanse, total que no les entiendo y no sé a quién hacerle caso. Fui y me quejé y me cambiaron al consultorio 18 que está en el nivel cuatro?.

Sin embargo, según doña Martha, salió de "Guatemala" para entrar a ?Guatepeor?. El cambio de consultorio no funcionó. ?Eso fue hace cuatro meses, ahora el problema es que desde el principio le caí mal al doctor y a la tal enfermera Rosa?.

Al mencionar el nombre de Rosa, el rostro de doña Martha se desencaja y furiosa acusa al doctor Mario Alberto Rodríguez González de prepotente e inhumano.

Los problemas para doña Martha aumentaron. Tanto el doctor Rodríguez como la enfermera Rosa, le dieron un trato indigno e incluso le dijeron que su expediente se había perdido, es decir, tendría que hacerse una vez más todos los análisis para que el médico supiera de qué estaba enferma y entonces atenderla.

Pero doña Martha dice tener las ?pulgas muy cerca? y en esa ocasión se enfrentó al doctor: ?me dijo que me saliera del consultorio porque si no tenía el expediente no me iba a poder atender, yo le contesté que no me iba a salir y entonces me dijo que me iba a tomar como si fuera paciente nueva?.

El doctor Ramírez no duró mucho tiempo en el consultorio 18 y cuando doña Martha regresó un mes después, otro médico estaba en su lugar: ?tampoco me atendió y me dio cita para dentro de otro mes?.

Al regresar un médico más estaba en lugar del sustituto del doctor Ramírez, quien le dijo a doña Martha: ?Señora, está usted muy grave, ¿tiene fiebre tifoidea, ¿qué no le dijo nada el otro doctor? ¿Por qué le recetó ese medicamento?, con estas pastillas en lugar de bajarle el azúcar se la subió?.

Doña Martha se enfurece al recordar: ?qué clase de servicio es ése, no tienen nada de humanidad, lo tratan a uno peor que un animal, no es posible?.

El viernes de la semana pasada doña Martha acudió a otra cita, el doctor Ramírez ya estaba de regreso. Luego de horas de espera y de ponerse ?pinta? a la enfermera, el médico sin más le dijo que no la podía recibir porque tenía mucho trabajo.

Ante el asombro de doña Martha, el doctor Ramírez le dio otra cita para el lunes 31 de marzo y se tuvo que regresar a su casa sin haber sido revisada y atendida.

El lunes fue el acabóse para doña Martha. Como siempre fue víctima de la prepotencia de la enfermera Rosa y después de cuatro horas de esperar al médico se hartó. Furiosa entró a su consultorio para decirle que ya no quería que la atendiera no sin antes advertirle que se iba a quejar de su abuso.

?Lo traen a uno como pelota de futbol, para allá y para acá, pero al final de cuentas nada, ellos me hacen que me enferme y tan así fue que me subió la presión ese día, otro doctor del Seguro se acercó a atenderme y no me dejó salir hasta que se me bajó?.

Ahora doña Martha ni siquiera sabe si por lo menos se le quitó la tifoidea. El consultorio 18 ha sido como una maldición para ella y todo porque dice, le cayó ?gorda? al doctor Ramírez y a la enfermera Rosa, por gritarles sus verdades a la cara.

?Qué podemos hacer, su periódico qué puede hacer por nosotros. Todos escuchamos los lamentos y las quejas de las personas, pero nadie tiene el valor civil para denunciar los abusos de los doctores y enfermeras?.

A veces doña Martha quisiera tener una ?camarita? para fotografiar todo lo que hacen los doctores y enfermeras, así la gente sabría que se la pasan ?chacoteando? mientras los pacientes esperan por horas para ser atendidos.

Dice que su corazón está a punto de fallarle, pero antes de eso le dirá a todos el calvario que sufre cada vez que debe acudir al consultorio 18 del Seguro Social.

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