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CONTRALUZ

LAS DOS SOPAS

Iniciamos un nuevo año con un escenario que se antoja catastrófico: Pese a los elevados índices de contagiosidad y letalidad de la COVID-19, gran parte de la población actúa como si nada pasara. Como resultado lógico, entre los 5 y 15 días de haber estado en una concentración humana, aparece la enfermedad con lo que conlleva: Urgencia de atención médica; rebosamiento de unidades hospitalarias; desesperación de los familiares del enfermo, y agotamiento del personal que -lógico-está a punto de aventar el arpa. Como si no fuera suficiente, ahora se agrega una situación inédita en el vecino país del norte: La vulneración del área física del Capitolio, el sitio más emblemático en los Estados Unidos de América.

Como mexicanos esto último nos inquieta; no alcanzamos a medir en qué sentido se muevan los índices bursátiles, o cuál vaya a ser el efecto que tenga sobre la moneda mexicana. En una siguiente capa, debajo de esto primero, está una sensación de vulnerabilidad. Si la Unión Americana con sus estándares de seguridad, enfrenta algo como esto, ¿se irá a tambalear el mundo? Debo reconocer, y hasta con pena, que los mexicanos no tenemos autoridad moral para juzgar lo ocurrido en Washington. En nuestros recintos legislativos las diferencias de opinión han llevado a enfrentamientos violentos, empujones, sillazos y demás. Aun así, ver roto en su centro a un país que se ha caracterizado por su estabilidad interna habitual, genera pasmo. Sabemos que al exterior Norteamérica ha tenido una serie de conflictos con otras naciones, frente a los que nosotros hemos permanecido literalmente al margen. Recuerdo con claridad aquella vez, después de los lamentables sucesos del 9/11, cuando George Bush hijo parafraseó las palabras de Mateo, evangelista, "quien no está conmigo está contra mí". Y la forma como Vicente Fox destacó nuestra condición de nación pacífica que no estaba dispuesta a participar en una guerra contra Oriente, y que, pese a la amenaza implícita en las palabras de Bush, no iba a cambiar su posición.

Las imágenes que transmitieron los medios en esta ocasión, se antojan como salidas de una cinta postapocalíptica: Los supremacistas revestidos en actitud y palabra con los símbolos que a través de la historia han marcado una ideología que divide a la población, y que ha subyacido en las revueltas intestinas de todo orden, desde la Guerra Civil hasta los movimientos de "Black lives matter", y que ahora, con el aval de la máxima autoridad, podían desplegarse de todas las formas posibles, para manifestar su encono contra la fuerza opositora que, según el propio Trump señaló, le robó las elecciones.

El libro "Heridas que no cierran", de Julio Chavezmontes (Ed. Grijalbo, 1988) aborda los acontecimientos ocurridos a mitad del siglo diecinueve, en las regiones limítrofes de lo que hoy en día son México y EE. UU. antes y después de la anexión de Texas a la Unión Americana. En su relato se refiere a James Polk como el presidente norteamericano más cínico y canalla que haya tenido el país vecino. Tal vez, a la luz de los recientes acontecimientos, el historiador tendrá que reescribir estas líneas. ¡Vaya! Luego de un ataque de tal magnitud a la sede de la democracia norteamericana, que costó 5 vidas humanas e innumerables destrozos. Embestida en la que campearon ira y encono, el personaje que primero los exhorta a asaltar con violencia, para más adelante llamarlos a irse a casa en paz. Y al tercer día da a conocer que se castigará a quienes participaron en esa revuelta. Yo sé que en todos lados se cuecen habas, como dice el refrán, pero no deja de alarmar esa actitud totalmente contradictoria en la persona de quien comanda la nación más poderosa del planeta. Sobre todo, conociendo que, por razón de los apoyos electorales, la NRA (Asociación Nacional del Rifle) tiene tantas prerrogativas para la venta de armas y municiones, así se trate de artefactos de alto poder. ¿Podrá contenerse a un grupo de fundamentalistas raciales enojados y provistos de armas semiautomáticas?... Un escenario así es atemorizante.

Tal vez haya sido, en el fondo, muy al estilo del presidente Trump, una demostración del poder que sabe que tiene sobre grupos de seguidores, dispuestos a cualquier cosa por apoyar a su líder. Una burda manera de utilizar a sus propios simpatizantes.

Volviendo al planteamiento inicial, este 2021 inicia con un adelanto de lo que será la vida humana sobre el planeta, si cada uno de nosotros no pone un orden a su propia existencia: En sus prioridades y expectativas, a partir de sí mismo, mediante un ejercicio de reflexión personal. Desechando la costumbre de atribuir a otros lo que es nuestra sola responsabilidad. No hay de otra sopa: Tenemos ésta y la que ya se terminó.

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