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Verdades y rumores

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EL AGENTE 007

Dicen que en política la forma es fondo y en ese tenor las mentes más maliciosas consultadas por nuestros subagentes creen que la emergencia provocada por las lluvias ha desatado una competencia de imagen entre el gober Miguel Riquelme y el jefazo de la comuna Jorge Zermeño para ver quién parece más cercano a la gente que está padeciendo por las inundaciones. Y esto es más allá del reparto de culpas por la falta de inversión en materia de drenaje pluvial y sanitario o la ausencia de previsión ante los pronósticos. El hecho es que por las cada vez más parciales redes virtuales circulan fotos y videos de ambos mandamases en acción en la zona de contingencia.

Don Miguel, de quien se sabe que tiene la suela del zapato gastada por su antiguo oficio de operador político electoral, ha aparecido en varias imágenes con el agua hasta las rodillas acompañando a la población menesterosa y escuchando sus súplicas para que les auxilien en medio del desastre. Don Jorge, por su parte, de una hechura muy distinta a la del gober y acostumbrado a codearse con grandes personalidades, como los reyes de España cuando fue embajador de México en la Madre Patria, no ha sido captado con los pantalones remojados como, por cierto, sí se le ha visto a Sergio Lara, secretario del Ayuntamiento, aunque el alcalde ha intentado compensar dicha situación repartiendo algunos abrazos a los damnificados. Pero los maldicientes dicen que una vez que pase la contingencia, las aguas se sequen y queden expuestos, una vez más, todos los estragos (baches, hundimientos, drenajes colapsados, etc.), ambos mandatarios tendrán que poner manos a la obra para atender lo que en estos momentos es el principal reclamo de Juan Ciudadano: drenaje pluvial ya... a menos que, como siempre, se nos olvide con otra cosa y lleguen las próximas lluvias “atípicas” (que para ser atípicas son cada vez más frecuentes) a recordarnos lo mal que estamos preparados en La Laguna para las bendiciones del dios Tláloc.

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En donde se ha notado la falta de callo en la atención a este tipo de emergencias es en el ayuntamiento de Torreón. Nuestros subagentes ya habían adelantado que en lugar de que las acciones de rescate y auxilio a la población afectada las coordinara el secretario Sergio Lara o el director de Protección Civil, Alfonso Mijares, quien ha estado repartiendo órdenes es el jefazo de Servicios Administrativos, Antonio Loera. Pero algunas lenguas de doble filo comentan que luego de ver las deficiencias con las que se montaron los albergues municipales, la falta de protocolos y la escasa destreza en el manejo de las raciones de comida para los damnificados, tal vez sea entendible que don Poncho no sea quien esté al frente de toda la operación. También de quien no se ha visto mucha destreza en eso de la coordinación es del jefazo de la Policía Municipal, Primo Francisco García, a quien, dicen, se le ha observado más bien desorientado en la zona de desastre. No obstante, cuentan las mismas voces, quienes han sacado la casta son los bomberos y los oficiales municipales, al igual que los efectivos del Ejército Mexicano, que de no ser por ellos, la gente seguiría atrapada en sus casas inundadas. Pero el que de plano sí se podría llevar todas las pitas y los siseos del respetable es el gerente general del Simas, Juan José Gómez, ya que en vez de estar concentrado al 100 por ciento en las labores de desagüe y rebombeo y en la supervisión del correcto funcionamiento de los cárcamos y colectores, se fue a la Capirucha del Esmog a atender otros asuntos. Los subagentes disfrazados de tuberías rotas nos informan que don Juan Jo viajó el lunes a revisar alternativas a la CFE para contar un suministro más barato de energía eléctrica. Si bien es cierto que este es un asunto importante, las inundaciones ameritan una atención prioritaria además de que bien podría haber pospuesto ese viaje hasta que la situación estuviera más tranquila. En fin, ya reconoció el alcalde que el Simas es un organismo ineficiente que requiere una sacudida, a ver si en esa sacudida no sale Gómez o el gerente operativo Raymundo Rodríguez, como se viene rumorando desde hace semanas.

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Por cierto, a quien también poco le importó el riesgo que la población sufrió a causa de las abundantes lluvias de la semana pasada y la avenida del río Aguanaval es al alcalde del mágico pueblo de Viesca, Oscar Jaramillo. Los subagentes vestidos de dunas nos reportan que, muy quitado de la pena, don Oscar estaba de vacaciones en Veracruz y que a pesar de que fue notificado de la contingencia, no consideró necesario suspender sus merecidos asuetos. Faltaba menos. Cual monarquía, Jaramillo heredará la silla máxima del municipio a su hija, Nadia, quien asumirá la presidencia municipal a partir del 1 de enero de 2019. Ojalá que al menos en este aspecto no siga los mismos pasos de su padre. En el caso de San Pedro de las Colonias, en donde varias casas se vieron afectadas y se ha solicitado también la declaratoria de emergencia, la alcaldesa Ana Isabel Durán hizo acto de presencia hasta el lunes, cuando ya las lluvias habían azotado en serio al municipio durante varios días. El recuento tardío de los daños la llevó a solicitar la declaratoria cuando ya se había autorizado para los municipios de Torreón y Acuña. Tal vez las H. Autoridades no entienden el concepto de urgente.

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A propósito de la contingencia por lluvias, a los agudos observadores de la cosa pública llaman la atención las cifras que la Comisión Nacional del Agua maneja sobre el agua captada en Torreón. Y es que según la dependencia federal, en esta ciudad se registraron poco más de 200 milímetros de precipitación en casi una semana, un número poco significativo si se toma en cuenta el nivel de gravedad del problema en sectores como el oriente y suroriente de la ciudad, donde los ciudadanos prácticamente nadaban para llegar a sus casas o centros de trabajo. Comparativamente, Gómez Palacio reportó una precipitación de 165 milímetros en cuatro días, una ciudad cuyas dimensiones geográficas son mucho menores a las de Torreón. Resulta que mientras en Gómez Palacio se cuenta con tres pluviómetros distribuidos estratégicamente en el área urbana, más otros dispositivos móviles que se llevan a las comunidades rurales cuando hay lluvias, dicen que en Torreón sólo hay dos de esos aparatos, uno en las oficinas de Conagua del Paseo de la Rosita y otro más en la estación Coyote. Por la ubicación, sería difícil pensar que estos pluviómetros registren fielmente el nivel de captación de agua en las zonas que, coincidentemente, han sido las más impactadas por el temporal, es decir las colonias del oriente, el sur y el sector de mayor crecimiento urbano, como todo aquel que se concentra en torno a la carretera Torreón-San Pedro. Otra diferencia es que mientras en Gómez la medición de las precipitaciones está a cargo de Protección Civil del municipio, el área homóloga de Torreón no cuenta con estos medidores y los datos que se propagan son los que la Conagua recaba a través de los dispositivos señalados. En la práctica, esto repercute directamente en la recepción de apoyos y aplicación de programas emergentes para la ciudadanía afectada, pues entre menos apegada sea la cifra a la realidad, menor será el apoyo que la Federación pudiera canaliza a los gobiernos que lo solicitan. Hasta en eso andamos mal. Pobre Torreón.

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Para algunos no resulta tan extraño que la Comisión Federal de Electricidad esté hincando el diente en el bolsillo de los usuarios ahora que está a punto de terminar el sexenio de Peña Nieto. Y es que dicen que el comportamiento de las tarifas, sobre todo las comerciales e industriales, ha tenido un patrón de comportamiento identificable a lo largo del período. Casualmente, cuando es año electoral y están en proceso las precampañas y campañas, las tarifas se mantienen sin incrementos. Pero una vez transcurridos los comicios, el costo de la luz reanuda su marcha ascendente. Tal es el caso del momento en el que nos encontramos, en el cual empresarios reportan aumentos de hasta 50 % en los cobros de un recibo a otro. Claro que la versión oficial será que es por los precios del petróleo y por la variación en el tipo de cambio, pero lo cierto es que, como la gasolina, cuando baja el crudo y el dólar, no bajan las tarifas como sí suben cuando se elevan los citados factores... más la orden que alguien seguro da en alguna oficina de la Capirucha del Esmog.

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