La víctima. Escuchemos el reclamo del señor presidente: "Lamentablemente a veces se escuchan más las voces que vienen de la propia sociedad civil que condenan, que critican y que hacen bullying al trabajo que hacen las instituciones del Estado Mexicano".
La respuesta sigue: "Y perdón que lo diga. Pero entramos en un problema todavía más grave y crítico. Queremos actuación responsable y eficaz de las instituciones a las que todos los días pretendemos desmoronar y descalificar, especialmente a los integrantes de las corporaciones policiacas".
Para un hombre público, las palabras son la vida o la muerte. Lejos de ser trivial, las palabras hablan por la persona, la reflejan. El gran Séneca nos dice: "habla para que yo te vea".
Al presidente Enrique Peña Nieto lo conocemos bien por su palabras. Limitado en sus expresiones, no deja de sorprender por pifias, confusión y desatino. El asunto sería irrelevante, sino fuera porque el hombre en cuestión lleva tremenda responsabilidad. Por el contrario, el poder y el dinero parecen eximirlo de cualquier cantidad de errores. Frente a sus fieles colaboradores, ni un modesto llamado a la prudencia. En plena decadencia del sexenio, las palabras lo vuelven a traicionar. Si a eso le sumamos la sombra del "tapado", el gobierno ya está en plena irrelevancia.
Es revelador que utilizara la palabra "bullying" para referirse a los críticos del gobierno, en este caso, las organizaciones civiles que trabajan en ámbitos relacionados a la seguridad, el sistema judicial y los cuerpos policiacos.
Durante la clausura del sexto foro nacional, Sumemos Causas por la Seguridad, donde participó María Elena Morera, presidenta de Causa en común, el presidente mostró su malestar. Sin embargo, no es la primera vez que el Ejecutivo muestra su molestia, no por la incompetencia del gobierno, sino por aquellos que señalan la incompetencia.
Hace no mucho, se atrevieron a publicar un spot brillante producto del marketing gubernamental: "ya chole con tus quejas".
Pero la cosa no paró ahí. Para el poder los elogios nunca son suficientes. Todavía más, necesita el autoelogio. De esa manera, la presidencia se propuso decirnos, con base a carretadas de dinero, que "lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho". ¿A qué se refieren? Sin duda, a la casa blanca, el socavón, los desfalcos millonarios, la inseguridad, la violencia, o la ausencia de fiscales. Como si una cosa llevara a la otra, prometieron seguridad, pero sólo dejaron de hablar del problema, como si eso lo solucionara. Pura confección y artificio con cargo a los contribuyentes. Nada más, en lo que va del sexenio, la presidencia ha gastado más de 37 mil millones de pesos en gastos de imagen y publicidad. El autoelogio más caro del sexenio. La cifra es similar al saqueo que sufrió Coahuila por dos hermanos.
Regresemos al hombre de Estado y su respuesta a los ciudadanos ocupados en la seguridad. El problema no parece la ineficacia de los cuerpos de seguridad, en los cuales se van millones y millones de pesos, sin obtener resultados claros. El verdadero problema, a juicio del gobernante, es la incomprensión de los ciudadanos, y sobre todo, la crítica. Dicho de otra forma, el bullying es de la sociedad hacia el gobierno. ¡Sí! Como lo acaba de leer. El presidente ya está cansado de escuchar nuestras críticas hacia las policías, pero también, de cualquier tema. Invirtiendo los papeles, la víctima es el gobierno, no los ciudadanos que son robados, violentados y padecen diariamente la inseguridad en las principales localidades del país. Ya lo decía un gran escritor mexicano. Peña Nieto no es apto para gobernar. No obstante, el bullying proviene de los políticos que roban a los ciudadanos a manos llenas. De las policías que en vez de cuidar, se han vuelto parte del problema. De un sistema de justicia que protege la corrupción de los poderosos, y de quienes pueden pagar la impunidad. En verdad señor presidente ¿bullying?
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