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Y tú, ¿te rindes a la primera?

Gerardo de la Garza Ortega

Y TÚ, ¿TE RINDES A LA PRIMERA?

Por Gerardo de la Garza Ortega

Conferencista, Motivador Profesional y Director de MOTTIVARE

¡…con la fuerza de la palabra!

“Yo sí me puedo rendir…”  La historia de un hombre solitario.  El desenlace de la historia, está…  Claro, intentaré hallar algo simpático que nos alegre el domingo…, bueno como andamos en época de películas de misterio y de terror, el chistorete va por este mismo camino, espero que te asuste mucho…, ¡jajajaja!

¡Dame una buena razón para no darme por vencidooooo!  Solo, en aquel árido paraje, asegurándose que nadie lo escuchara, espetó este grito, un hombre solitario, desesperado, merodeó por este árido paisaje, árido, por su naturaleza, y árido, por el estado en que se encontraba este hombre.  Pero esto no pasó cómo a él le hubiera gustado que fuera.

Porque no estaba solo.  Un agricultor, que por estar agachado pizcando el cultivo, actividad que así la realizaba, fue la razón por la que no fue visto por el hombre solitario.  El agricultor, al oír su grito, dejó de hacer lo que estaba haciendo, y se acercó a platicar con el hombre que se encontraba solo.

¿Qué le pasa al amigo?  ¿Problemas?  Y le contesta, el hombre solitario: Sí, ¡muchos!  ¿Le puedo ayudar al amigo?  A ver, no veo cómo… ¿Ve Usted aquellos helechos?  Sí, sí los veo.  ¿Ve Usted aquellos bambúes?  Sí, claro que los veo. 

Usted sabe que los helechos se dan, en cuanto uno los cuida, los abona, los riega, y les da mucho cariño, luego lueguito se brindan, en respuesta a los cuidados que uno tuvo para con ellos.  Eso Usted lo sabe, ¿verdad?  Sí, estoy enterado de eso, le responde el hombre solitario.  Pero, eso, ¿a mí qué?

Espere, amigo.  Lo que no sabe es lo que pasa con los bambúes.  Se lo explico.  Empieza uno a tener los mismos cuidados que con los helechos, los mima, los cuida, les abona, los riega, en espera de una respuesta inmediata, como con los helechos, pero nada.  Es desesperante, y tan difícil de lograr su cultivo.  No tiene idea.

Ahí está uno, con la misma parsimonia y el mismo afán que con los helechos, y no se da nada.  Pasan años, y sigue sin darse nada.  ¿A poco no se hubiera rendido Usted?  Y le contesta, el hombre solitario: Pues, a como lo está planteando, sí.

Pues la historia no termina aquí.  Resulta que después de 7 largos, eternos, e interminables años, se empiezan a observar unos brotecitos muy pequeñitos, casi imperceptibles.  Pues no me lo ha de creer el amigo, pero en menos de 6 meses, esos brotecitos, se transforman en bambúes adultos de 30 metros de altura.

¡Impresionantes!  Era para rendirse, pero uno sigue empeñado en creer que la biología de esa planta es diferente al resto de las plantas, y uno, pues tiene que tener fe, y como no se rinde uno, sobre todo, disfruta del magnífico paisaje que logran los bambúes.

Usted, amigo, con lo que le he platicado, ¿estaría dispuesto a rendirse en cualquier problema que le presente la vida?  Pues, a decir verdad, con lo que me acaba de platicar, pues yo no me rendiría nunca.  Quien sabe si el hecho provocante del problema, reaccione tal cual como lo hacen los bambúes.  Porque van acumulando fuerzas, minuto a minuto, por 7 años…, ¡sin mostrar nada!

¡Eso es!  ¡Ahí está!  Y pues a uno no le queda otra cosa más que esperar, ser paciente, no rendirse, y seguir aplicándose para que se logre el objetivo que uno se marca.  ¿Sabe una cosa?, Señor, que por cierto no tengo su nombre, ¿cómo se llama?  Antulio Pérez, para servir al amigo.  Y Usted, amigo, cómo se llama: Jorge Espronceda, para servir a Dios y a Usted.

Bueno, pues ya sabe dónde encontrarme, amigo, y espero que los bambúes le hayan despierto sus ansias de seguir luchando para lograr los sueños que tiene en su vida.  Y el hombre solitario, le responde:  Le agradezco infinitamente sus palabras, y su lección.  Que tenga Usted buena tarde…  Igualmente, amigo, y se me cuida, por favor.

Buena lección le dio el agricultor a este hombre solitario.  Como no queriendo la cosa, también a mí me dio la lección, que la puedo aplicar en cualquier circunstancia de mi vida, porque la vida está llena de retos, y de uno depende no rendirse y seguir luchando para lograr lo que uno busca.

Y tú, ¿te rindes a la primera?

Lo prometido, de siempre, que nunca falten.  Chiste en el cementerio.  Dos pequeños se roban un saco de limones del vecindario y optan por dividirlos en un lugar callado y apartado.  Uno sugiere, "vamos al cementerio, a esta hora no hay nadie".

Al saltar la cerca del lugar, dos limones se salen deel saco a los que no les dieron mayor importancia, ¡porque tenían muchos más!

Unos minutos más tarde pasa por ahí un borracho, cerca de la puerta del cementerio, y escucha una voz que decía: "uno para ti, otro para mí, uno para tí, otro para mí, ..."

Inmediatamente se le fuere la borrachera y corrió rapidísimo cayéndose en la escalera de la iglesia, por lo que, sale el cura para ver qué estaba pasando.  Y el borrachito aprovecha para decirle al padrecito, "padre, padre, en el panteón el diablo se está repartiendo los muertitos..."

¿¡Cómo!?  A ver, vamos.  Ambos se dirigen al cementerio, y oyen que dicen los chamacos, "qué hacemos con los que se quedaron afuera", hablando de los limones que se salieron del saco.

El curita y el borrachito, salen volando, gritando: "no estamos muertos, no estamos muertos"  ¡¡jajajajajajajajaja!! 

Bibliografía consultada:

Más de 90 lecciones para elevar tu autoestima.  Colección Literatura de Superación.  Corporación Editora Chirre.

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