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¿ QUÉ QUIERE DECIR TENER ACTITUD ANTE LA VIDA ?

Gerardo de la Garza Ortega
Gerardo de la Garza Ortega

¿ QUÉ QUIERE DECIR TENER ACTITUD ANTE LA VIDA ?

(Historia basada en hechos reales)

Por Gerardo de la Garza Ortega

Conferencista, Motivador y Director de MOTTIVARE

¿ Qué es ACTITUD ?  Ese estado mental que te permite afrontar las situaciones comunes que la vida te presenta, pero que si las enfrentas con determinación positiva, la forma y la manera en que vamos a desarrollarlas, serán bien diferentes, a como lo hubiéramos hecho antes, sin ganas y sin actitud.  En mis conferencias, siempre hago referencia a este aspecto humano tan importante, la ACTITUD.

Qué importante es tener una buena actitud ante la vida, y ante las dificultades con las que nos enfrentamos día a día.  Como dice Napoleon Hill en su libro que intituló Actitud Mental Positiva: “Porque la Actitud lo es todo”.

Y aquí yo me voy a referir, amable lector, a una doctora llamada Ruth, corredora, que tuvo que enfrentar un desafío, el mayor y más fuerte de su vida, porque después de haber llevado una vida sana y bien balanceada en cuanto a los nutrientes que contenía su dieta, un día infausto, un día que más le valía no haber llegado a su vida en ningún momento, un día en que la luz de su vida se convirtió en una tiniebla oscura y fría que trajo a su paso, el desánimo, el descontento, la frialdad, la apatía, el desconsuelo, la contradicción, todo se llevó a su paso, porque ese mísero y desconcertante día, estando bañándose se encontró una bolita en uno de sus pechos.  Al darse cuenta, se desmoronó, se desplomó, sucumbió su espíritu ante la posibilidad de que ese hallazgo fuera algo que la apartara de una vida sana, de una vida vivida con alegría en compañía de su familia, de su esposo y de sus hijos, y se convirtiera en todo lo contrario.  Acudió al médico, y su respuesta fue:  “No, no hay de qué preocuparse, es un tumor muy pequeño, benigno, y sin consecuencias.  Nada qué lamentar”.

“Uff !”, se dijo.  “Menos mal”.  Volvió a casa, a continuar con su rutina de siempre.  Cuidando su dieta, rica en nutrientes.  Procurando al mínimo, las grasas y los lácteos.  El próximo año, ya con 48 años de edad, volvió a hacerse el chequeo que le pidió el doctor que se hiciera, año con año.  El resultado, el mismo.  “Tranquila”, le dijo el médico, “vuelve a casa, pero sin dejar tus rutinas de correr todos los días, y el cuidado en extremo de tu dieta”.

Al siguiente año, las cosas fueron muy diferentes.  Fue con el médico, inteligente, porque quería saber a qué se tendría qué enfrentar, si acaso hubiera algo positivo.  Qué tendría qué hacer para afrontar las consecuencias de esto, y luchar denodadamente, para intentar vencer lo invencible, de confrontar lo imposible, de soslayar, es decir, evitar todo lo que pudiera hacerle creer que no podría ganar esa batalla, y construir lo que fuera necesario para que en esa guerra no fuera una víctima más, y saliera orgullosa con las banderas desplegadas, triunfante de haber conseguido lo que parecía imposible.

Así que, esperó el diagnóstico…  Un tiempo que parecía que todos los relojes que estaban a su alrededor se hubieran paralizado por completo.  Pasaron minutos, muchos minutos… que parecían horas enteras.  Hasta que por fin, después de una eterna espera, aparece el médico con los resultados.  Sí, así fue.  Desgraciadamente, el tumor es positivo, cáncer de mama, y su tamaño -el de una pelota de golf-.  Y no había forma de erradicarlo, porque ni extrayendo el tumor, se eliminaría el cáncer, ya que estaba implantado, y ya había hecho metástasis, o sea, ya había brincado a otros órganos.  En suma, el diagnóstico, fatal.

No había nada qué hacer, solo seguir las instrucciones que todo paciente de este mal que está aquejando al mundo entero continuamente tiene que recibir, el consabido tratamiento de radio y quimioterapia.  Ella preguntó cuánto tiempo le daban de vida a los 49 años de edad que tenía.

Los doctores le dijeron que era incierto, como podían ser 3 meses, podrían ser 3 años, o algún tiempo mayor, no lo sabían.  Ella, tomó el papel del diagnóstico, con el ánimo destrozado, y acudiendo al mostrador, cumpliendo con el protocolo de agendar las citas para las exposiciones al material radiológico y a los tremendos químicos mortales, que aniquilan –paradójicamente-, a cualquier paciente de cáncer en vida, se retiró del hospital, y se fue a esconder a su cuarto en casa, pidiendo que no la molestaran, porque tenía que pensar mucho.

El único que se acercó fue su esposo, a quien le platicó el diagnóstico de los doctores.  Y al terminar su explicación, explotó en llanto, que no lo podía creer, que eso no era para ella, que seguro había una equivocación, y ante estos lamentos, se quedó en su cuarto completamente destrozada, por tan terrible diagnóstico.  El esposo se fue, dejándola que ella sola madurara su condición, pero siempre al tanto de lo que pudiera necesitar.

Él se puso a recordar, cómo pasaron tantos y muchísimos momentos juntos, completamente felices, llenos de alegría y entusiasmo, porque compartían sus vidas, estando los dos completamente enamorados, entusiasmados y agradecidos con Dios por los hijos que la vida les había dado.  Pero su esposa estaba en ese momento, sufriendo los avatares de una noticia que horadó como con un taladro su cerebro, y que dejó un vacío y una depresión, que no sabía cómo la superaría. 

Ahí se quedó, sola, en su cuarto, completamente sola, sin que nadie pudiera cambiar los rumbos que el destino, ahora le estaba marcando.  Pasaron un día, dos, varios, una semana, sola, su esposo –conociéndola- sabía que así lo tenía qué hacer, y así lo hizo.  La dejó que sola madurara su condición.

Pasado el tiempo necesario, sucedió lo que tenía que pasar, al cumplir casi las dos semanas, de pronto, sin pensarlo, se levantó, se presentó ante su esposo y sus hijos, y les dijo: he tomado una determinación, no me voy a dejar vencer por el cáncer, así que, desde el día de hoy, voy a empezar una dieta más rica en proteínas y minerales, voy a continuar con mi cotidiana y no menos extenuante práctica de ejercicio, y a seguir adelante en la vida.

Su esposo le preguntó, cuestionándole, y la radio y la quimio ?  “No, contestó, definitivamente que no.  Voy a hacerme de cuenta que no tengo nada.  Así que, con permiso, que ay voy !”  En ese tiempo, escuchó del evento ironman, que se realiza en Hawaii, y se dijo para sí, que estaba dispuesta a realizar ese evento.  4 kilómetros de nado, 180 kilómetros de bicicleta, y una maratón de 42 kilómetros y 195 metros.

Y así lo hizo, y hasta el momento lleva 6 eventos de estos, ha corrido en 67 maratones, ha ganado cerca de 1000 medallas de oro, entre ellas, ocho en las olimpiadas senior, y ha obtenido el título de “Una de las 10 mujeres más sanas de América del Norte”, y lo más extraordinario de esto, es que tiene una edad física de 32 años, siendo que cuando ella lo platica tiene 75 años de edad, o sea, 26 años después que le diagnosticaron el cáncer, y que los doctores no le daban un futuro cierto de vida.

Yo te pregunto, amable lector, ¿ qué acaso esto no es actitud ?  ¿ Que esto no es un sentido férreo de enfrentar una noticia devastadora, y decir no me voy a dejar vencer por cualquier obstáculo que se me presente en el camino ?  ¿ Que esta no es la actitud que tenemos…, que debemos tener todos, cuando enfrentamos los problemas diarios de nuestro día ?  ¿ O que acaso, a la primera dificultad, nos echamos, y dejamos que sean otros los que triunfen, mientras nosotros los vemos sentaditos en la banqueta ?

Ya para cerrar esta maravillosa historia, una última frase, que dijo, el autor de varios libros, Wayne Dyer:  “Si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades”

Que tengas un día excelente y maravilloso !  Y a seguir pataleando…, porque no hay de otra !

Si quieres hacerme algún comentario en referencia a este escrito, puedes hacerlo mandando un correo a: [email protected].

Bibliografía:

Adaptación realizada por Gerardo de la Garza Ortega, del Capítulo 12 “Limonada para Mujer de Acero” (págs. 58-61), escrito por la propia Dra. Ruth Heidrich, protagonista de la historia.  Publicado por OCÉANO, en Caldo de Pollo para el Alma, en su versión Piensa Positivo, cuyos autores son Jack Canfield, Mark Victor Hansen, y Amy Newmark.

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