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¿Seguridad?

Alfonso Villalva P.

¿Seguridad?

 Alfonso Villalva P.

Mi amigo José Antonio me llamó hoy treinta y cinco minutos después de lo programado. La razón es que camino de su trabajo a su casa encontró un tráfico terrible debido a que en una avenida de Córdoba, Veracruz, ejecutaron a unas personas. Sí, una de esas Ciudades gobernadas por la familia, clan o cofradía de los señores Yunes.

Hace mucho tiempo que el problema de seguridad rebasó al gobierno. Nuestros funcionarios se empeñan más en preparar maravillosas estadísticas y discursos, que en combatir eficazmente la criminalidad insultante que campea en Villahermosa, Reynosa, Morelia o cualesquiera de las ciudades de la República Mexicana.

Es increíble que los responsables de la seguridad estén más interesados –y gasten más recursos-, en asuntos personales: proyectos políticos, litigios en la farándula, controversias televisadas y televisivas, etc. 

Que ironía, mientras los funcionarios se ocupan de lo suyo, los ciudadanos seguimos obligados al terror cotidiano, a perder nuestra libertad,  a esperar que por gracia divina regresemos vivos a casa por la noche.  

Como explicar las mágicas estadísticas de reducción en la delincuencia, cuando todos los días cientos de personas caen en nuestras calles; de día o de noche; a pie, en metro, microbús o automóvil.

¿Hacia dónde vamos? A un mundo de violencia y sangre, en el que la gravísima criminalidad ya no es asunto de hambre, crisis o mafias aisladas, sino que la impunidad nos conduce inexorablemente a la fortuita supervivencia frente a los depredadores urbanos que matan por sistema.

¿Al atrincheramiento? La seguridad, tan socorrida en discursos de campaña, no es una concesión graciosa, sino la obligación principal de nuestros mandatarios.

Quién tiene mayor culpa, los delincuentes sanguinarios que actúan impunemente, cada vez con mayor violencia; o aquellos que han permitido que esa impunidad, ligada a la corrupción descarada, llegue a niveles incontrolables, produciendo engendros como los que cotidianamente avasallan la posibilidad de una vida en paz. Más grave aún, nosotros, por ser copartícipes de la corrupción y seguir contemplando pasivamente cómo nuestros gobernantes hacen discursos en color de rosa.

No será que, aunque necesitemos una acción decidida de nuestras autoridades, el verdadero fundamento de la solución sea la sociedad civil, que organizada exija al gobierno el cumplimiento de sus obligaciones. 

Nuestra existencia, inerme ante la brutalidad de cualquier mal nacido, tiene que transformarse ya, sin esperar nuevas estadísticas, que de antemano sabemos no resucitará a nadie.

Precisamente, el acertijo radica en nuestra decisión de unirnos en contra de la delincuencia, y, ¿por qué no comenzar por la corrupción?, pensando que cada vez que corrompemos a un policía, nos beneficiamos de una licitación amañada o nos hacemos amigos de un político rico, quizá estemos financiando a la banda de criminales que a la postre va a matarnos un hijo, un hermano, un pariente. Insisto, ¿Qué el cambio no debiera empezar hoy?

Twitter: @avillalva_

Facebook: Alfonso Villalva P.

 

 

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