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Game... over

Eduardo Sepúlveda
Eduardo Sepúlveda

Un año y pico de pandemia se ha llevado más que personas. Obvio, las personas son lo más importante, pero no ha quedado ahí. El mundo finge ser lo que era antes, al menos lo intenta. Hablo de mi mundo, el que tengo cercano, el que percibo alrededor. Las personas han retomado la confianza y vuelven a salir a bares y reuniones sociales, cada vez con mayor regularidad.

Por mi parte, no he extrañado el bullicio del centro. Vivir encerrado en un cuarto no me quita la libertad. Salir a caminar, de vez en cuando, es siempre una práctica relajante. Asar carne, tomar café por las mañanas, tomar. Lo que sí voy a extrañar son las jornadas deportivas en el mejor bar.

Hace unos días, la realidad terminó por imponerse… una vez más. Se puede comprender que algunos locales comerciales hayan tenido irse, pero nunca piensas que “tu lugar”, al que acudías para ver partidos y convivir con los amigos, tenga que anunciar su cierre.

Es la hora del juego, “¿ya va a llegar, licenciado? ¿O por dónde viene?”, solía preguntarme el Lic. Y yo, como siempre, respondía: “ya mero llego, aguánteme, Lic.”. Aunque todos sabíamos que faltaban más minutos de los que quería hacerle creer. Sin embargo, eso formaba parte del ritual. Cuando por fin hacía el arribo, la pluma del estacionamiento se abría para dejarme pasar. Una vuelta en “U” y encontraba mi lugar preferido. “Ya lo está esperando el güero, mi buen”, me recibía el vigilante. Tomaba elevador, para evitar la fatiga, y caminaba por un pasillo hacia el refugio perfecto del aficionado. “Cerveza, ‘Hulk’, ya te la sabes… por favor”, era mi turno de saludar al barman.

Las cosas cambiaron con la pandemia. Un mes cerrado, otros cuantos más de cuarentena. Las promociones se fueron como las conocíamos, la cerveza de barril, algunas mesas; se recortó el horario. Yo mismo dejé de asistir con la frecuencia que lo hice durante años anteriores.

Nuestro bar sirvió de locación para grabar, junto al licenciado Téllez, una temporada de videos que subimos a una página en YouTube y Facebook. Hablábamos de deporte, consumíamos el deporte. Amenas charlas con grandes invitados, protagonistas de historias únicas en la Comarca. Era casi mi oficina, con palomitas y servicio a la carta. Luego llegaba el Pollo, Ale 'Pau'...

Ahí vi coronarse al River en El Partido del Siglo (lo siento, Franco). Un año después, lo vi caer ante Flamengo. Vi tantos juegos de ‘Champions’ (algunos en solitario), liguillas, finales, Mundiales, juegos de la Euro, mucha NFL, Grandes Ligas, básquet... Apuestas, gritos, mentadas, siempre en un ambiente de cordialidad, con la mejor atención e interminables pláticas. Las teles, ¿qué pasará con las teles? Eran muchas, por eso me gustaba sentarme en medio. A veces, aunque fuera solo, saludaba a uno o dos comensales, porque siempre había alguien conocido. Y cuando solo, el lugar era para mí solito.

Durante las últimas visitas, más recortadas a como la tradición lo marcaba, todavía pude encontrarme con buenos amigos, los hermanos Salas, “el licenciado” (esta vez sin necesidad de una llamada previa)… Y el anfitrión, de mesa en mesa, despidiéndose de sus clientes, viendo que no faltara nada. Unos últimos ‘boneless’, un par de cervezas… Si para uno, que iba a dejar unos cuantos pesos ahí, no es fácil hacerse a la idea que ya no estará, no imagino lo que es para su creador.

Hay quien ya no tuvo oportunidad de volver. Al menos por eso, me siento afortunado de haber ido un par de veces más. The last dance. En la última noche, con el triunfo de mi equipo en la pantalla.

Fueron más de 7 años de historia. Es hora de cerrar, el juego ha terminado. Aunque todos quisiéramos que solo se trate del final de una temporada y que muy pronto, más pronto de lo que creemos, estemos de nuevo gritando goles, celebrando nuevos triunfos, en nuestro bar favorito.

Gracias, ‘Game’, por lo que fue, y éxito en lo que esté por llegar. Hasta siempre. Hasta pronto.

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