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Entre basura y parquímetros

Carlos Castañon

 

Cabildo, punto de mediocridad

¿Qué es lo que hace a una ciudad más competitiva que otra? ¿Por qué unas son más exitosas? ¿Cómo medir el desempeño de un gobierno municipal? ¿Cuáles son las ventajas comparativas? Preguntas como estas han sido estudiadas y pueden ser consultadas en esa formidable base de datos llamada “Premio Gobierno y Gestión Local” realizado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). A través de su convocatoria, diversos especialistas y estudiosos de los municipios en México, han evaluado cientos de programas exitosos desarrollados por los gobierno locales. Algunos ayuntamientos innovan y mejoran procesos, otros transparentan e incentivan la participación ciudadana, otros más rompen esquemas disfuncionales y algunos construyen el futuro desde su presente con una planeación clara y cuidadosa.


Los cientos de casos exitosos documentados por el CIDE muestran que las posibilidades de cambio en la vida pública, están en la base del país: los municipios.   Especialistas en el tema como Enrique Cabrero y Alicia Ziccardi (2003) han argumentado que las “ciudades competitivas” son aquellas ciudades que logran participar en el mercado internacional y nacional, atraer inversión, generar empleo, ofrecer una mejor calidad de vida a quienes la habitan e incluso una mayor cohesión social. La competitividad supone un proceso fuertemente localizado que fomenta la especialización y la eficacia local en áreas como la economía, pero también, y esto no hay que perderlo de vista, en la promoción del desarrollo sustentable y la cohesión social para combatir la exclusión. De esa forma, estos dos últimos factores de competitividad se vuelven fundamentales en la proyección de la ciudad que se quiere ser, que se quiere construir. Si pensamos en lo que sucede con nuestro municipio, Torreón, podemos aplicar esta lectura para conocer de qué está hecha una gestión pública, en especial cuál es su visión de largo plazo.


En lo inmediato, quiero concentrarme en comentar dos temas que por estos días pueden ser decididos por nuestra autoridad municipal. Por consiguiente, esas decisiones van a definir a nuestra ciudad en los próximos años. Me refiero a la recolección de la basura y el uso de los parquímetros en el centro histórico. Sobre el caso de la basura, sorprende la manera en la que se ha manejado un asunto tan cotidiano como relevante, y que al mismo tiempo involucra de manera directa a los ciudadanos. Después de 15 años de un contrato ventajoso para la empresa y caro para los ciudadanos, el presente Ayuntamiento le llegó la hora de decidir. Por lo menos, la autoridad tuvo dos años de antelación para armar sin contratiempos la licitación. En vez de construir una decisión para el futuro, con miras a producir opciones sustentables, recursos e incluso dinero para los ciudadanos de Torreón, la situación del servicio de limpieza terminó por convertirse en un triste e irresponsable caso.

Prácticamente la empresa Promotora Ambiental (Pasa) marcó el camino, impuso la agenda y finalmente parece que ya tomó la decisión por las autoridades. Por eso, más que ofrecer un 14% menos en el costo del servicio, Pasa “nos hace el favor” de un descuento. Es decir se trastocaron los papeles y el sentido de autoridad, porque al final, todo parece indicar que la decisión sobre el contrato que estará vigente los próximos 15 años, la tomó la empresa y no el Ayuntamiento, quien contrata con el dinero de los contribuyentes.  Resultado: una decisión de interés público tomada por una empresa privada, es decir, una expropiación de la funciones del Alcalde y el Cabildo, eso sí, con cargo al erario, pues el contrato rondará los 1500 millones. Un clásico de la política diría, paga el pueblo los pecados del príncipe, en este caso, pagamos muy cara la mediocridad del Cabildo y la responsabilidad de la autoridad. Mientras tanto, las políticas exitosas, las experiencias municipales que sí funcionan están en otra parte e incluso en comunidades rurales como Teocelo, Veracruz.

En cuanto al tema de los parquímetros, podemos identificar un riesgo similar al de la basura, pues en estas semanas se ha publicado que el Ayuntamiento planea concesionar los parquímetros de Torreón, aún y cuando esa área del gobierno es claramente redituable desde su desempeño económico. En números redondos el Departamento de Parquímetros genera un millón 300 mil pesos por mes y el costo de operación ronda los 100 mil pesos. De concesionarse el servicio, estaríamos nuevamente ante una situación donde se privatiza el espacio público en beneficio privado, excluyendo a su vez la posibilidad de reintegrar esa utilidad en beneficio del Centro Histórico.  La aplicación de un programa transparente (cuánto, cómo, cuándo y dónde se recauda), así como la reinversión de esos recursos públicos aportados por los laguneros, podría ayudar a favorecer la imagen y el espacio del Centro.  Concesionar el servicio, implicaría en el plazo de 15 años, otros 1500 millones de los contribuyentes sin tener la posibilidad de reintegrarlos a la ciudad.  ¿Habrá al fin una autoridad que asuma los retos y las responsabilidades que implica pensar el largo plazo? ¿Dónde están los contribuyentes para exigir cuentas claras y decisiones inteligentes en beneficio de la comunidad?

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